Según las instituciones de la Unión Europea se puede indicar que la bioeconomía se refiere a la producción y utilización de recursos biológicos renovables, así como a la conversión de productos y residuos en otros productos de base biológica de alto valor nutricional, fisiológico, tecnológico…, especialmente importantes en la industria de la transformación alimentaria.

Un ejemplo de esto son los residuos vegetales, hojas, tallos, cáscaras o pieles, que pueden ser procesados para obtener biocombustibles (bioetanol, biodiésel), biomateriales (sorbentes, fertilizantes biológicos), alimentos para la ganadería, o para extraer compuestos químicos valiosos en industrias como la alimentaria, cosmética o la farmacéutica.

“Los residuos no comestibles derivados del cultivo y de procesamiento de la industria agroalimentaria y la distribución pueden considerarse los recursos renovables más abundantes y baratos”

La bioeconomía basada en recursos vegetales produce y procesa biomasa vegetal y presenta un aspecto fundamental característico que la distingue de la economía circular: la innovación. Esta innovación puede referirse a procedimientos y productos generados: a) compuestos fitoquímicos y productos con menor toxicidad, nuevas propiedades y funcionalidades, nuevas aplicaciones y más sostenibles, b) alimentación humana y animal, mejora de la calidad alimentaria, nuevos ingredientes alimentarios, alimentos funcionales, c) procesos y procesados más inteligentes, más eficaces y eficientes, con menor coste energético y menor toxicidad, d) agricultura y silvicultura, incorporación de herramientas y procesos inteligentes que aumentan la eficiencia reduciendo el impacto ambiental negativo, e) energía, bioenergía y biocombustibles.

La producción agronómica, así como la industria de la transformación alimentaria y también la de la distribución alimentaria indican que producen anualmente millones de toneladas de residuos no comestibles derivados del cultivo y de su procesamiento. Estos residuos, que pueden ser líquidos, sólidos o gaseosos, pueden considerarse los recursos renovables más abundantes y baratos. Son materia prima para ser procesada y convertida en otros productos (combustibles, energía, biomateriales) y/o para extraer compuestos fitoquímicos de alto valor nutricional, fisiológico, tecnológico… en la industria alimentaria, farmacéutica, cosmética y química.

Los residuos que derivan directamente de los cultivos son los residuos primarios o biomasa primaria como paja, rastrojo, tallos, hojas, raíces, ramas, recortes y podas, que proceden del cultivo de plantas alimentarias y de cultivos para energía. Otros residuos, que pueden denominarse agroindustriales, proceden del procesamiento de los anteriores y serían biomasa secundaria. 

Las cáscaras, el orujo, pieles o todos los desechos de frutos que se exprimen para obtener jugos son residuos agroindustriales agroalimentarios.

Lo importante de todo esto es que los desechos, primarios o secundarios, tanto a nivel doméstico como a escala industrial, presentan una composición fitoquímica de extraordinario valor e importancia industrial. Buen ejemplo de ello es la conversión de restos agroalimentarios producidos a partir de las fibras o polímeros naturales presentes en residuos de frutos como manzana, plátano, cítricos, cacao o cacahuete, los cuales contienen importantes cantidades de fitonutrientes o compuestos bioactivos de valor nutracéutico que presentan una amplia gama de bioactividades. Los compuestos bioactivos aislados de residuos o subproductos de frutas y verduras incluyen principalmente polifenoles, taninos, flavonoides, flavanoles, vitaminas (A y E), minerales esenciales, ácidos grasos mono y poliinsaturados, volátiles, antocianinas o pigmentos.

La producción, transformación, distribución y consumo de alimentos y bebidas, el cambio de fuentes de energía fósiles por energías renovables, la bioenergía, la recuperación del medio ambiente, la fertilidad de los suelos y la pérdida de biodiversidad son cuestiones que deben tenerse en cuenta en un nuevo contexto: el de la Bioeconomía. Esta se entiende como una necesidad y una oportunidad, ya que se aprovechan todos los componentes de la biomasa vegetal para generar una amplia gama de bioproductos. Este mercado ya está conformado y en constante expansión, particularmente en el campo de la alimentación, nuevos alimentos y alimentos funcionales.  El progreso de esta industria requiere establecer sinergias y asociaciones entre diferentes sectores, por ejemplo, entre el agrícola, la industria de la transformación alimentaria y la distribución alimentaria, la restauración colectiva, las biorrefinerías que se encargan del procesamiento.

“La bioeconomía es una necesidad y una oportunidad, ya que se aprovechan todos los componentes de la biomasa vegetal para generar una amplia gama de bioproductos”

Estas actividades en el contexto de bioeconomía tienen tres aspectos fundamentales: ambiental, social y económico, y por ello constituye una estrategia a seguir en respuesta a los retos que la humanidad debe enfrentar para construir un futuro “habitable”.

Referencias

Pérez-Urria Carril, Elena, Pintos López, Beatriz, Urrialde de Andrés, Rafael y Gómez Garay, Arancha (2023, julio-agosto). ¡No lo tires, aprovéchalo, es Bioeconomía! Revista Digital Universitaria (RDU), 24(4). http://doi.org/10.22201/cuaieed.16076079e.2023.24.4.4

Elena Pérez-Urria Carril PhD, es Doctora en Biología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experta en Desarrollo de la Inteligencia, Capacidad Superior y Neuropsicología por la Universidad Camilo José Cela (UCJC). Profesora de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid y responsable de la materia Bioeconomía del Máster Universitario en Biología Vegetal Aplicada por la Universidad Complutense de Madrid. Anteriormente fue directora del Departamento de Biología Vegetal (UCM).