La sostenibilidad es uno de los argumentos que se está utilizando cada vez más como factor diferencial en los productos alimenticios. Sin embargo, aparte de los envases, durante la producción se llevan a cabo evaluaciones sobre sostenibilidad sin realizar una valoración global centrándose en muchas ocasiones en un único indicador. Para una eficacia del proceso, en las cuantificaciones se deberían tener en cuenta los parámetros y sistemas que se incluyen en los múltiples aspectos que intervienen en la evaluación de impacto ambiental.
Para poder determinar la sostenibilidad del sistema alimentario global, así como de los alimentos y bebidas de forma individual, se debería realizar una valoración del impacto medioambiental, social y económico, teniendo en cuenta también el impacto de seguridad alimentaria y del valor nutricional. Así pues, se debería determinar el grado de positividad o neutralidad del impacto medioambiental; que el sistema sea rentable a partir del impacto económico, además de que sea entendible y valorable de forma beneficiosa para la población. Es decir, se debería determinar un impacto social positivo y adecuado.
Uno de los primeros objetivos en sostenibilidad es establecer un cauce adecuado para llevar a cabo un procedimiento sobre qué y cómo informar sobre sostenibilidad. Por esta razón en el año 2023 el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo aprobaron un Reglamento (2023/2772) por el que se completa la Directiva 2013/34/UE en lo que respecta a las normas de presentación de información sobre sostenibilidad. En el mismo se establecen determinadas normas europeas para información sobre sostenibilidad (NEIS) que se pueden agrupar referidas a agentes externos, a personal interno y consumidores y usuarios y a reputación social corporativa (incluyendo la cultura de reputación corporativa). Aparte de desarrollar todo el sistema y contenido de estas normas, establece qué cuestiones sobre sostenibilidad deben incluirse en cada caso,
Además, establece un diagrama de flujo para determinar la divulgación de información en virtud de las NEIS, para homogeneizar procesos y estandarizarlos de cara a lograr una calidad similar de la información.
En la actualidad, el principal problema de las herramientas de gestión de evaluación de impacto ambiental y de sostenibilidad es que no se dispone de una herramienta homogénea o de una metodología estandarizada para todas ellas. La sostenibilidad en alimentación -cada vez más entendida como un parámetro de diferenciación para el consumidor- debe tener en cuenta la del tipo ambiental, con diferentes parámetros todos ellos incluyentes y simultáneos que permitan analizar el evaluar el ciclo vital.
En el ciclo vital confluyen la huella hídrica [verde (agua de lluvia consumida durante el proceso de producción), azul (agua dulce procedente de recursos hídricos de aguas superficiales y subterráneas) y gris (agua requerida para diluir los contaminantes hasta el punto en que la calidad del agua esté sobre los estándares aceptables)]; también en este caso se deberían determinar los valores que permiten mantener un equilibrio entre biomasa vegetal, suelo y recursos hídricos.
No se puede realizar solo un valor de sostenibilidad en base a la sostenibilidad ambiental y el análisis del clico vital, si no se valora el análisis de ciclo de vida nutricional, nLCA (por sus siglas en inglés: nutritional Life Cycle Análisis) que combina la evaluación del ciclo de vida con el análisis nutricional para evaluar los impactos ambientales de los sistemas de producción de alimentos al mismo tiempo que considera su calidad nutricional.
También el análisis de ciclo vital de seguridad alimentaria, máxime con la gestión de la inocuidad de la vida útil de los productos alimenticios para reducir y eliminar el desperdicio alimentario que ocasiona un gran volumen de residuos provenientes de alimentos y bebidas.
otro lado, desde una perspectiva global, hay que determinar la sostenibilidad social, basada en los aspectos y valores que se tienen en consideración en la población, tanto a nivel cercano, medio o lejano, que junto con la sostenibilidad económica pueden valorar lo que se denomina ecosistema de sostenibilidad con el uso de energías renovables, los procesos y materiales de construcción de instalaciones, así como el mantenimiento y que existan procesos de automatización y control, toda la construcción paralela que apoya la producción alimentaria e incluso las infraestructuras eléctricas que posibiliten una generación circular de energía.
En la producción alimentaria, no solo para el contenido sino también para la gestión, hay que tener validados procesos de implementación de normas voluntarias de cumplimiento como son las ISO 14.000 que posibilitan esa determinación del proceso productivo, tanto a nivel de la producción primaria, como de la transformación, de la distribución, del consumo de alimentos y bebidas, haciendo partícipe de los criterios y estándares de calidad ambiental también a la hostelería y restauración.
Dentro de todo el concepto de sostenibilidad, también existen valores emocionales, lo que conllevaría a tener en cuenta la denominada sostenibilidad emocional, sobre todo cuando se utiliza en muchas ocasiones para poner en valor unos aspectos frente a otros y muchas veces desde el punto de vista sociológico, político e incluso comportamental.
Además, la sostenibilidad debería ser, de forma genérica, cuando hablamos de productos alimenticios, comparativa entre aquellos de la misma gama o categoría o grupo, pues si se tienen en cuenta esa sostenibilidad basada en el ciclo vital de la seguridad alimentaria y nutricional, difícilmente se deberían comparar alimentos y bebidas con composiciones y valores nutricionales que no tengan nada que ver. Por poner un ejemplo, es más plausible comparar sostenibilidad de diferentes procesos, envasados y valores de diferentes tipos de leche que comparar la leche con bebidas vegetales y a su vez comparar la sostenibilidad entre distintas bebidas vegetales y no con la leche y lácteos. Por este motivo ya se ha creado y se está desarrollando el denominado SUStainable Food And Nutrition Security (SUSFAN) o Sustainable Food and Nutrition Security (SFNS).
En el marco de las Cadenas de Valor Alimentaria Sostenible (CVAS), el valor añadido representa la diferencia entre el costo no relacionado con la mano de obra de la producción de un alimento y el precio que el consumidor está dispuesto a pagar por él; este valor se ajusta teniendo en cuenta las externalidades. En el desarrollo de CVAS se debe seguir un enfoque integral de cuádruple resultado, en el que la sostenibilidad tiene cuatro dimensiones principales: económica, social, medioambiental y seguridad alimentaria y nutrición, bajo un prisma de una sostenibilidad emocional. Este enfoque integral tiene que determinar las causas profundas e interrelacionadas por las que los actores de las cadenas de valor no aprovechan las oportunidades existentes y debe proporcionar un marco flexible para abordar muchos de los desafíos a los que se enfrenta el desarrollo de los sistemas alimentarios.
Referencias
Unión Europea. Reglamento delegado (UE) 2023/2772 de la Comisión de 31 de julio de 2023 por el que se completa la Directiva 2013/34/UE del Parlamento Europeo y del Consejo en lo que respecta a las normas de presentación de información sobre sostenibilidad. DOUE de 22 de diciembre de 2023;L. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=OJ:L_202302772
El Profesor Dr. Rafael Urrialde es experto en alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es técnico especialista en Ciencias Ambientales por la misma universidad y Postgrado en Nutrición por la Universidad de Granada. En la actualidad es Profesor Asociado en la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM y Profesor Asociado del Área de Nutrición y Bromatología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Es Académico Numerario de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), miembro del Comité Científico de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). Su trayectoria profesional anterior incluye su paso por la Unión de Consumidores de España (UCE), la revista Ciudadano de la Fundación Ciudadano y distintas compañías de alimentación y bebidas. Además, es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y también pertenece a otras sociedades científicas en el ámbito de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y dietética (SENC, AEND, SESAL y SEMED), al Patronato de la FEN y a la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.