Verano tras verano, el aumento de temperatura bate récords. Y, pese a que haya personas que lo nieguen, el cambio climático es una evidencia y también lo es su impacto negativo en la salud, especialmente en ictus, salud mental, en las enfermedades respiratorias y cardiacas, así como en la complicación y aumento de infecciones como la malaria, la fiebre del Nilo Occidental, el dengue, el chikungunya o la criptosporidiosis.

La doctora María Villalonga, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y experta en cambio climático, indica que: “hay muchos estudios científicos y clínicos que vinculan la mortalidad con el aumento de temperaturas, pero hay menos que la relacionen con la morbilidad, es decir, con la proporción de personas que enferman en un lugar y en un tiempo determinado. Por eso, se ha impulsado uno de este tipo desde el Hospital Universitario Son Espases, en Palma, donde trabajo: hemos analizado los excesos de visitas a las unidades de corta estancia de Urgencias (UCIA) e ingresos desde 2002 hasta 2022 y su relación con las olas de calor y los siete días posteriores, junto a los motivos”, explica.

Tras analizar un total de 287.609 ingresos, de los que 2.891 fueron dentro de periodos de olas de calor, se confirmó el aumento de visitas a la UCIA durante éstas, especialmente en ictus, insuficiencia renal y patología cardiovascular, sobre todo en hombres entre 15 y 65 años. “Pensamos que puede ser debido a que trabajan, especialmente en el exterior. En cuanto a las personas más ancianas, saben que, a determinadas horas, no tienen que salir a la calle. Pero debemos tener en cuenta que son pacientes crónicos polimedicados, por lo que tenemos que reducir dosis en función de la estación del año”, propone. El siguiente paso, en colaboración con el Grupo de Investigación de neutralidad climática en edificios y ciudades del Instituto de Investigación en Energía de Cataluña, será analizar las características de las casas de los pacientes y su eficiencia energética. “Este aspecto está relacionado con que los que más van a sufrir las olas de calor y el cambio climático son las personas con peores condiciones económicas y sociales”, advierte la experta, que expone que las instituciones públicas “deberían incentivar y ayudar de forma decidida a la rehabilitación energética de los hogares, especialmente a las familias vulnerables”.

En su opinión, el trabajo de los profesionales sanitarios no debe ser convencer a los negacionistas del cambio climático, sino determinar los efectos del cambio climático “y qué debemos cambiar para que estos efectos lo hagan de la menor manera posible”.

Otro aspecto clave, según su punto de vista, es la presencia de mosquitos en zonas que no habitaban previamente y que pueden actuar como vectores de enfermedades. “Están huyendo de zonas de África en las que no pueden vivir por el exceso de calor y estoy segura de que acabaremos teniendo malaria en España. Ya tenemos dengue autóctono, lo que deberemos tener en cuenta a la hora de valorar episodios de fiebre en los Servicios de Urgencia. Y tenemos que colaborar con los veterinarios para tratar de erradicar a determinados insectos que sirven de vectores de estas enfermedades”, recalca.

En el campo de las enfermedades respiratorias, subraya que, junto el impacto de la contaminación, los superalérgenos proliferarán: son sustancias que ya son alérgicas, pero al haber más sustancias contaminantes en el aire -junto a los microplásticos- generan más alergias y asma.

El impacto de la desertificación

Cambio climático y desertificación van de la mano. “Este fenómeno afecta a más de 100 países y pone en riesgo la subsistencia de millones de personas, además de ser una de las principales amenazas ambientales y de salud del siglo XXI. Se debe a la degradación de tierras en áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas y es consecuencia de una combinación de factores climáticos y actividades humanas, como la deforestación, el sobrepastoreo y las prácticas agrícolas no sostenibles”, define Francisco Lombardo, presidente del Foro de Economía del Agua.

“La relación entre la desertificación y la salud humana es compleja y multidimensional”, prosigue, el experto. “Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la desertificación que está sufriendo el planeta es la culpable de males como la malnutrición, el hambre, problemas de crecimiento, enfermedades respiratorias, infecciones, anemia y ceguera entre otros. De hecho -según sus cifras-, casi el 50% de los diez millones de muertes anuales de niños menores de cinco años en África están causadas por la reducción de alimentos y recursos provocada por la desertificación”.

Otro motivo de preocupación, como alerta, es que la desertificación y la sequía “también tienen una influencia importante en enfermedades relacionadas con el agua, como el cólera, hepatitis A y fiebres tifoideas, además de aumentar considerablemente el riesgo de incendios lo que, a su vez, influye en el incremento de las enfermades respiratorias. Este proceso también aumenta el riesgo de aparición de enfermedades zoonóticas, aquellas que se transmiten de animales a humanos, como ocurrió con la pandemia de la covid-19”.

“La desertificación es un desafío global que requiere una respuesta integral y coordinada. Sus efectos en la salud humana son profundos y diversos, afectando tanto la salud física como mental de millones de personas. Para mitigar estos efectos, es crucial implementar prácticas de manejo sostenible de la tierra, restaurar los ecosistemas degradados y desarrollar políticas que garanticen el acceso a recursos básicos como el agua y los alimentos. Sólo a través de una acción concertada y sostenida podemos asegurar un futuro más saludable y sostenible para las comunidades afectadas”, concluye Lombardo.

La doctora María Villalonga es doctora en Medicina, facultativa adjunta del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Son Espases de Palma de Mallorca y portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Es máster en Bioética y Derecho por la Cátedra Unesco de Bioética de la Universidad de Barcelona. Foto: Maria Villalonga Comas | Hospital Universitari Son Espases (hospitalsonespases.es)

Francisco Lombardo es presidente de Foro de la Economía del Agua y coautor y coordinador del Libro Blanco de la Economía del Agua. Desarrolla su actividad profesional como vicepresidente de Atlax 360. Es, además, Senior Advisor de McGraw Hill Education España y fundador de BForPlanet, primer gran evento global sobre sostenibilidad. En 2021 fue nombrado embajador del Pacto Europeo sobre el Clima.

Javier Granda Revilla es periodista especializado en salud, con 25 años de experiencia en el campo. Es vicepresidente de la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS) y colabora, entre otros medios con El Confidencial, La Razón, El Mundo, Muy Interesante, Medscape España y el portal estadounidense Vida y Salud.