La gran oferta alimentaria, tanto si es a través de la industria alimentaria de la transformación como de la industria de la distribución con la existencia de más de 25.000 productos alimenticios y probablemente más de 900.000 referencias, hace que cada vez el consumidor se vea más desprotegido frente a todas las acciones comerciales, sean de la índole que sean, que tienen que influir en el mismo para que en pocos minutos o segundos tome su decisión de compra.

Hoy en día ya tenemos claro que en la alimentación confluyen parámetros de carácter intrínseco como son que sea segura y saludable y otros más extrínsecos como podría ser satisfactoria, social, solidaria y soberanía alimentaria, e incluso uno que dependiendo de la visión puede ser intrínseco y/o extrínseco, como la sostenibilidad. Todo ello es difícil de manejar si no se dispone de herramientas informativas que permitan tener en cuenta valoraciones cualitativas con la cantidad y diversidad de datos existentes de producción, distribución y consumo de alimentos y bebidas. No estamos hablando de un algoritmo, sino de otros parámetros como por ejemplo el posible impacto en zonas ambientalmente protegidas de producción agrícola y ganadera.

El “carrito inteligente” se tendrá que desarrollar gracias a la Inteligencia Artificial (IA) que deberá ayudar y estar al servicio del consumidor

Las decisiones de compra se establecen por parámetros que dependiendo de los modelos comportamentales van a tener más o menos influencia e incluso más o menos importancia. Por este motivo, los algoritmos pueden ser generalistas y la valoración cualitativa quedaría muy en segundo plano. Hoy las valoraciones deberían hacerse más a nivel particular, ya que, además, la compra informada y decisoria se caracteriza cada vez más por perfiles individuales que posibilitan una gran variabilidad y condicionan la oferta.

Está claro que la trasnochada relación calidad/precio, efectiva en los años 90 y que no ha evolucionado, en la que solo se tiene en cuenta la calidad en determinados parámetros generalistas y muy elementales, favorece a un tipo de marcas, como serían las de la distribución. Por el contrario, si se tienen en cuenta otros aspectos relacionados con los procesos de I+D+i, la huella de carbono, la adaptación de nuevos materiales que permitan un mejor reciclado de envases y embalajes, como es en estos momentos los tapones unidos a las botellas… las beneficiadas serían las marcas y los productos más innovadores y con mayor desarrollo de aspectos científico-técnicos y tecnológicos de la cadena de producción alimentaria basados en criterios de seguridad alimentaria.

El “carrito inteligente” nos podrá orientar o persuadir, dependiendo de nuestras características y valores comportamentales para una compra satisfactoria y adecuada

Pero, además, habría muchos otros parámetros cuya ponderación dependería claramente del perfil comportamental de cada consumidor, donde aspectos como la producción de cercanía, la atención personalizada, la reducción de desechos o desperdicios, el mantenimiento de zonas naturales o comarcas protegidas medioambientalmente… pueden modificar de forma sustancial la decisión de compra.

Así pues, cada vez más van a estar presentes mecanismos que nos faciliten conocer el mayor grado de información y que nos permitan tomar las decisiones de compra individualizada dependiendo de nuestras actitudes y sensibilidades sobre los alimentos y bebidas que mejor se adaptan a nuestras necesidades y requerimientos. Esto es lo que podríamos denominar nuestro “carrito inteligente”, que no es más que un “feed back” de la propia información, pero a título personal, que los propios establecimientos -tanto de la transformación como de la distribución alimentaria- van a tener según los alimentos, bebidas y productos alimenticios.

La producción de cercanía, la reducción de desechos o desperdicios, el mantenimiento de zonas naturales o comarcas protegidas medioambientalmente… pueden modificar la decisión de compra

El “carrito inteligente” va a ser posible gracias a la Inteligencia Artificial (IA), que nos podrá orientar o persuadir si dependiendo de nuestras características y valores comportamentales, estamos llenando el carrito de la compra de alimentos y bebidas de forma satisfactoria y adecuada. De esta forma, en nuestra propia evolución individual, el “carrito inteligente” se adaptará a nuestras necesidades de adquisición de productos alimenticios e incluso a nuestros posibles requerimientos nutricionales, siendo un mecanismo de gestión adecuada para evitar carencias y déficits, impactos negativos ambientales, así como repercusión en la sostenibilidad. Además, podrá servir para desarrollar e incentivar situaciones económicas de nuestro entorno.

En este caso, la Inteligencia Artificial (IA) deberá ayudar y estar al servicio del consumidor, más allá de toda la información que puedan tener de los consumidores tanto las industrias alimentarias de la transformación como las de la distribución alimentaria. Por una vez, esta información podría servir para la mejora de la alimentación de los ciudadanos y un incremento en los parámetros de salud, pues también puede ayudar a corregir errores que se cometan en la compra de alimentos y bebidas y evitar desviaciones nutricionales que pueden afectar de forma clara a la salud de los ciudadanos, sabiendo además que sería una protección totalmente individualizada.

De esta forma, el “carrito inteligente” puede ayudar en cada momento y situación a salvar desviaciones en la compra que bien por desconocimiento o por falta de información, se cometen y que pueden provocar desajustes dietéticos tanto a nivel individual como poblacional.

Dr. Rafael Urrialde  es experto en alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es técnico especialista en Ciencias Ambientales por la misma universidad y Postgrado en Nutrición por la Universidad de Granada. En la actualidad es Profesor Asociado en la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM y Profesor Asociado del Área de Nutrición y Bromatología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Es académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), miembro del Comité Científico de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). Su trayectoria profesional anterior incluye su paso por la Unión de Consumidores de España (UCE), la revista Ciudadano de la Fundación Ciudadano y distintas compañías de alimentación y bebidas. Además, es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y también pertenece a otras sociedades científicas en el ámbito de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y dietética (SENC, AEND, SESAL y SEMED), al Patronato de la FEN y a la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.

Retrato Rafa Urrialde MAYO22