Por Javier Granda Revilla.
Cuando la pandemia parece estar encarando su recta final, la invasión de Ucrania ha supuesto un mazazo en la opinión pública. Las imágenes de los muertos, de los bombardeos, de los desplazados, han reavivado los sentimientos de los últimos dos años de temor, de miedo, de ansiedad, de incertidumbre. Hablamos con la socióloga y profesora de universidad Rebeca Cordero sobre estos nuevos retos que debemos afrontar como sociedad.
“La pandemia nos arrojó en una visión distópica de la realidad, una especie de agujero negro del que debíamos salir. El coronavirus afectó especialmente a la salud mental, porque se privó al individuo de las relaciones sociales, que es uno de los factores de protección más importantes. Y más en las sociedades mediterráneas, que son muy activas y de estar en la calle”, recuerda la experta.
Otro aspecto que destaca es que la pandemia “nos hizo vernos como individuos mucho más vulnerables y en situación de riesgo que en otros momentos de nuestra vida. Si a esto le sumamos la guerra en Ucrania, ese miedo ha crecido, sin duda”.
Para la profesora Cordero, debe tenerse en cuenta que, lamentablemente, hay guerras en la actualidad en distintas partes del mundo. Pero esta tiene lugar en suelo europeo y en personas con un perfil muy parecido al nuestro, lo que aumenta el impacto en la opinión pública. “Los niños que vemos huir en televisión llevan abrigos como los de nuestros hijos, por eso nos hace tanto daño verlo, aumenta -más si cabe- nuestra sensación de riesgo y nuestra percepción de la vulnerabilidad, con esa percepción catastrofista del mundo”, recalca.
Más bulos
Los bulos, al igual que sucedió durante la pandemia, han proliferado con la guerra pese a los numerosos medios de comunicación y organismos verificadores que los desmienten. En su opinión, la clave es antes, vivíamos como meros espectadores y consumidores de información “y ahora nos encontramos que no somos solo receptores, podemos crear esa información y convertirnos en prosumidores de información: tenemos las redes sociales y la sociedad digital para acceder a cualquier tipo de dato que queramos y para que internet me dé la razón en un pensamiento que pueda ser histriónico. Pero siempre encontraré a alguien en la nube que piense como yo”.
Este es el caldo de cultivo perfecto para que surjan todo tipo de bulos en este momento de posverdad, un concepto que considera que “invisibiliza la desinformación, la mala información, la mentira y algo muy importante: hemos pasado de informar a opinar. Ya no estamos en tiempos de información, sino en tiempos de opinión. Y perdemos la perspectiva de dónde está la objetividad de aquello que recibimos respecto a lo que opinamos cada uno de nosotros de cada cosa. Y eso lleva, ineludiblemente y de una manera desafortunada, a la polarización y al conflicto social”.
Otra advertencia que realiza es que, cuando informemos de la situación -y eduquemos políticamente- a nuestros hijos, dejemos claro que no se debe estigmatizar al pueblo ruso: debe explicarse de manera objetiva el conflicto y la situación de falta de derechos y libertades en Rusia.
Ayudarnos entre todos
La oleada de solidaridad es otro de los fenómenos destacados de esta crisis. “El individuo es un ser social por naturaleza. Y, aunque es verdad que estamos en una sociedad ligera -como dijo Lipovetsky- y líquida -como dijo Bauman-, donde prima el hiperindividualismo e hipernarcisismo, las redes sociales han traído algo muy bueno: nos permiten ver lo que están pasando los ucranianos, lo que nos está acercando de una manera más visceral y emocional al conflicto en sí y nos está conectando con nuestra parte más humana, a ayudarnos entre todos, con una solidaridad que tiene que ver con el concepto de Europa y de occidentalidad”, opina.
¿Cuándo acabará esta saturación informativa? Desde su punto de vista, cuando desaparezca la idea de una posible III Guerra Mundial “porque el botón nuclear es un miedo que visualizamos. En la pandemia, ha ido disminuyendo la afectación social, pero en la guerra siempre va a ir en aumento: habrá más muertos y heridos y más destrucción y horror. No nos podemos desconectar por el miedo a que la guerra llegue a nuestras casas”.
Un último tema a tener en cuenta es el sensacionalismo con el que se están presentando muchas de estas noticias. “Nos hace daño el sensacionalismo y la pornografía inspiracional, porque van a nuestra parte emocional y visceral más que a la racional. Lo importante es estar informado por medios de comunicación solventes, saber gestionar la información y, sobre todo, tener pensamiento crítico y distinguir entre información y lo que se convierte en un circo mediático. ¿Dónde están los derechos de los refugiados a no ser filmados, cuántas de esas imágenes son información o implican una doble victimización? Es importante estar informados para saber la evolución que está tomando el conflicto y, si somos capaces, ser agentes de transformación de cambio apoyando al diálogo o a una ONG. Y evitar, ineludiblemente, la polarización y generar más conflictos a nivel social, porque perdemos la perspectiva”, aconseja.
Rebeca Cordero es profesora titular en Sociología Aplicada desde 2014 en la Universidad Europea (UE), así como doctora en Comunicación desde la perspectiva del conflicto social (UE 2011), tiene un máster en Procesos Políticos en España, Unión Europea y Europa del Este por la UNED (2009) y es licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la misma universidad (2000). Actualmente en ámbito de la investigación, es investigadora principal del Grupo de Conocimiento e Investigación en Problemáticas de Sociales de la UE. Sus áreas de investigación se centran en desviación y conflicto social, violencias estructurales, formas de relación social mundo digital versus analógico y marketing político. Entre sus últimas publicaciones destacan como coordinadora: Marketing político 3.0: cómo Podemos, Ciudadanos y Vox han cambiado las reglas del juego (Tecnos, 2021), Habilidades comunicativas en entornos VUCA: El hoy y el mañana de la comunicación (McGraw Hill, 2021), y Grandes retos criminológicos del Siglo XXI (Wolters Kluwer, 2020).
Javier Granda Revilla es periodista freelance especializado en salud con más de 20 años de experiencia. Colabora con El Mundo, Diario Médico, Forbes, Telemadrid y La Razón, entre otros medios. Es vocal de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS), institución que agrupa a más de 600 comunicadores de salud, que le concedieron el Primer Premio a la Mejor Labor de Comunicación. Fue, entre 2009 y 2021, profesor de Comunicación Científica en el Máster ESAME de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona. En 2021 fue premiado por la Sociedad Española de Hematología y Hemostasia por un reportaje publicado en Diario Médico.