estrategia de nutrición

¿Cómo abordar el reto de la desnutrición? Lynnette Neufeld es directora de la división de Alimentación y Nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y repasa en Kómoda News aspectos clave como la sostenibilidad, la lucha contra el desperdicio alimentario y la importancia de la protección a la infancia.  

Las dietas poco saludables son una causa común de todas las formas de malnutrición, incluyendo la desnutrición, las deficiencias de micronutrientes y el sobrepeso u obesidad. Sin embargo, como señala la experta de FAO, todas las formas de desnutrición “son el resultado de diversos factores que interactúan entre sí. Estos incluyen factores individuales directos, como la alimentación y la salud. Pero también muchos factores subyacentes, como los servicios de salud, el acceso a agua potable y saneamiento, la educación, las relaciones de género, el contexto social y ambiental local y, en algunos casos, la genética. Varios de estos factores están profundamente influenciados por la pobreza, las desigualdades, la inestabilidad política y el cambio climático. 

Una cuestión que se plantea a menudo es si hay suficientes alimentos para alimentar al mundo. Y, para Neufeld, la respuesta es afirmativa “pero no para nutrir a todos, en todas partes. La distribución y el acceso a alimentos nutritivos y diversos siguen siendo obstáculos importantes. La dependencia de una gama limitada de cultivos ha dado lugar a sistemas agrícolas homogéneos, mientras que una variedad diversa de cultivos es crucial para permitir el consumo de dietas saludables y proteger el medio ambiente. En 2023, 733 millones de personas padecían hambre y 2.330 millones de personas padecían inseguridad alimentaria moderada o grave. El problema central es que las dietas saludables son inasequibles para 2.800 millones de personas en todo el mundo. Lamentablemente, la tendencia está empeorando. 

Situación con claroscuros 

En su opinión, se ha avanzado en diversas formas de malnutrición, “pero en otros el progreso ha sido lento y, en algunos casos, es cierto que la situación está empeorando”. Por ejemplo, se estima que 1.600 millones de mujeres y niños padecen deficiencia de una o más vitaminas y minerales, y el sobrepeso y la obesidad están aumentando a nivel mundial. 

Las dietas saludables, como recuerda, son aquellas que cumplen cuatro principios simples: son adecuadas para satisfacer las necesidades nutricionales, equilibradas en cuanto a la ingesta energética, diversas e incluyen una amplia variedad de alimentos nutritivos dentro y entre los grupos alimentarios, y moderadas en el consumo de alimentos de alta densidad energética y mínimo valor nutricional. “Además, las dietas solo pueden ser saludables si los alimentos y las bebidas son seguros. Facilitar el acceso y el consumo de dietas saludables mediante políticas y acciones con impacto en los sistemas agroalimentarios es fundamental. Existen innumerables oportunidades para mejorar la nutrición facilitando el consumo de dietas saludables”, recalca. 

Como subraya, los gobiernos deben abordar la malnutrición “desde su raíz. Abordar la pobreza, especialmente en las zonas rurales, es crucial, al igual que mejorar el acceso a la educación y la atención médica”. 

Otro aspecto que considera clave es fortalecer los sistemas agroalimentarios y apoyar prácticas agrícolas sostenibles para facilitar el acceso a una dieta saludable “hoy y en el futuro. Reducir la dependencia de unos pocos alimentos básicos y aumentar la biodiversidad agrícola puede mejorar la disponibilidad de alimentos, proporcionando una amplia variedad de especies con diferentes perfiles nutricionales, esenciales para una dieta saludable, a la vez que contribuye a los medios de vida y protege el medio ambiente”. 

La FAO enfatiza la importancia de integrar la nutrición en las políticas nacionales y apoyar a los países en el fortalecimiento de sistemas agroalimentarios resilientes a las crisis externas. Entre los casos de éxito de países que han logrado avances se incluyen la integración de una agricultura sensible a la nutrición, la ampliación de los programas de protección social y el apoyo a los pequeños agricultores. “Estas lecciones resaltan la importancia de un enfoque holístico y multisectorial que involucre a gobiernos, ONG y comunidades locales”, destaca Neufeld. 

Con este panorama, se desarrolló la Estrategia de Nutrición de la FAO, que busca crear un mundo “donde todas las personas tengan acceso a dietas saludables, mediante sistemas alimentarios sostenibles, inclusivos y resilientes. Para lograrlo, trabajamos para mejorar el uso de datos de alta calidad que orienten las decisiones, apoyamos el uso de evidencia sólida para definir las políticas de nutrición y garantizamos que estas políticas colaboren para mejorar la salud, la economía y el medio ambiente”. La FAO actualizará su estrategia de nutrición este mismo año. 

La organización ayuda a los países y a otras partes interesadas a desarrollar las habilidades necesarias para tomar medidas eficaces y fomenta el trabajo en equipo entre gobiernos, empresas y la sociedad civil. “La FAO también promueve el apoyo mundial y nacional a dietas saludables mediante campañas de concienciación y la promoción de políticas sensibles a la nutrición que fortalezcan la seguridad alimentaria, mejoren la nutrición y fortalezcan la salud humana”, añade. 

Esfuerzo extra en la infancia 

Los niños, especialmente durante los primeros 1.000 días -desde el embarazo hasta los dos años de edad-, corren el mayor riesgo de desnutrición, lo que puede tener consecuencias para su desarrollo, salud y economía a lo largo de la vida. “Los esfuerzos de la FAO en este ámbito se centran en promover la atención adecuada y la licencia de maternidad para las trabajadoras agrícolas, garantizando así que los niños tengan acceso a alimentos nutritivos, diversos e inocuos. Esto incluye apoyar la nutrición materna, promover la lactancia materna y mejorar las prácticas de alimentación complementaria. Si bien no forman parte del mandato de la FAO, estas acciones deben ir acompañadas de sistemas de salud fortalecidos que garanticen una atención prenatal y una atención adecuadas para los niños pequeños, centradas en la prevención y el tratamiento de la desnutrición infantil cuando sea necesario”, insiste Neufeld. 

Por otro lado, FAO colabora estrechamente con los países para garantizar la integración de la nutrición en las políticas nacionales de salud y alimentación, y promueve soluciones locales y adaptadas al contexto para abordar la desnutrición infantil. 

Las dietas saludables son inasequibles para 2.800 millones de personas en todo el mundo

“Además, los entornos alimentarios escolares saludables y una educación nutricional eficaz son cruciales para el bienestar y el desarrollo de los niños y adolescentes. En muchos países, las comidas escolares constituyen una parte importante de la dieta infantil, por lo que es esencial que estas satisfagan las necesidades nutricionales y se ajusten a los sistemas alimentarios locales. La FAO elabora directrices nutricionales para mejorar la calidad y la cantidad de las comidas escolares mediante un análisis exhaustivo del consumo de alimentos, los patrones alimentarios locales y las cadenas de suministro”, recalca. 

Lucha contra el desperdicio de alimentos  

Otro dato que no debe olvidarse es que un tercio de todos los alimentos producidos se pierde o se desperdicia, lo que, desde su punto de vista, agrava la inseguridad alimentaria y perjudica el medio ambiente. “La FAO se centra en mejorar los sistemas alimentarios, la conservación y la gestión de los alimentos después de la cosecha, y en promover el consumo responsable para reducir el desperdicio. En los países de ingresos altos, es necesario abordar el comportamiento de los consumidores para minimizar el desperdicio de alimentos en los hogares. Mientras que los países de ingresos bajos requieren mejores técnicas de cosecha, infraestructura, instalaciones de almacenamiento, sistemas de envasado y apoyo a los pequeños agricultores para combatir la pérdida de alimentos. Reducir la pérdida de alimentos puede mejorar la seguridad alimentaria, los medios de vida y la eficiencia, a la vez que reduce el impacto ambiental y construye sistemas más resilientes”, resume. 

¿Debería replantearse este objetivo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030? Neufeld recuerda que muchos de estos objetivos, como erradicar la pobreza, el hambre y la malnutrición, “siguen siendo prioridades globales cruciales y deben abordarse hasta 2030 y después. Lamentablemente, existen otros desafíos actuales y emergentes que también deberán abordarse: los efectos del cambio climático, las pandemias y los conflictos en los sistemas agroalimentarios, entre otros. Los avances tecnológicos y de datos podrían permitir soluciones más eficaces, y los sistemas agroalimentarios deben ser cada vez más resilientes a las crisis ambientales, económicas y sociales”.  

En su opinión, el principal desafío al replantear las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible “es la evidente interrelación de los numerosos desafíos que enfrentamos, y la necesidad de acciones integradas y una rendición de cuentas conjunta entre sectores y países, de manera que puedan tener efectos profundos y duraderos en las desigualdades, la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios y la adaptación al cambio climático”. 

Los efectos del cambio climático, las pandemias y los conflictos en los sistemas agroalimentarios son desafíos emergentes

La Doctora Lynnette Neufeld es directora de la División de Alimentación y Nutrición de FAO desde principios de 2022, año en el que también fue nombrada es presidenta de la Unión Internacional de Científicos en Nutrición (IUNS). Comenzó su carrera en un puesto académico en el Instituto Nacional de Salud Pública de México y ha sido presidenta del Comité Directivo del Foro de Micronutrientes, miembro de la Junta de la Sociedad Estadounidense de Nutrición y de varios grupos asesores técnicos de la OMS. Ha publicado más de 150 publicaciones revisadas por pares y capítulos de libros y tiene una maestría y un doctorado en Nutrición Internacional de la Universidad de Cornell. 

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Javier Granda Revilla es periodista freelance especializado en salud con más de 25 años de experiencia. Colabora con El Confidencial, Demócrata, La Razón, El Médico Interactivo y Muy Interesante, entre otros medios. Es vicepresidente de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS), institución que agrupa a más de 600 comunicadores de salud, que le concedieron el Primer Premio a la Mejor Labor de Comunicación.

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