Reducir el consumo de sodio, por extensión de sal, es una estrategia clave para la prevención de enfermedades cardiovasculares y otras ENT. Según se recogió en el trabajo publicado en Lancet en el año 2019 (Health effects of dietary risks in 195 countries, 1990–2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study), una dieta alta en sodio (sal) está correlacionada con un elevado número de fallecimientos a nivel global y con un alto ratio de mortalidad. La utilización de sustitutos de sal con menor o nulo contenido de sodio, junto con políticas públicas efectivas y la participación de los profesionales de la salud, puede generar un impacto significativo en la salud pública. Se requieren acciones coordinadas y sostenidas para alcanzar los objetivos globales de reducción de sodio y mejorar la calidad de vida de la población a nivel mundial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado la reducción del consumo de sal y, por tanto, de la ingesta de sodio como una de las intervenciones más costo-efectivas para mejorar la salud pública de los ciudadanos. Sin embargo, a pesar de los compromisos globales a nivel mundial y por territorios y países, el progreso en la disminución de sal/sodio ha sido lento, con un consumo promedio global que supera los 4,3 g diarios, el doble de la recomendación de la OMS (<2 g de sodio o 5 g de sal al día) recogida en el documento OMS 916/2003.
Existen tres guías aprobadas por la OMS que establecen estrategias y criterios para la reducción de ingesta de sodio/sal en la dieta de todos los grupos poblacionales, según composición y valor nutricional de todos los grupos de alimentos y bebidas que contengan sodio/sal, con especial hincapié en los que contengan alto contenido de este nutriente o alimento, así como la búsqueda de sustitutos que tengan bajo contenido en sodio: WHO global report on sodium intake reduction (2023); WHO global sodium benchmarks for different food (2024) y Use of lower-sodium salt substitutes (2025).
En la más reciente, publicada este año 2025, la OMS emite directrices sobre el uso de sustitutos de la sal con menor contenido de sodio [LSSS (Lower-Sodium Salt Substitutes)] como una estrategia complementaria para reducir la ingesta de sodio. Los beneficios de los LSSS han demostrado que su uso proporciona: reducción de la presión arterial: disminución media de 2,43 mmHg en la presión diastólica y disminución de 4,76 mmHg en la presión sistólica; reducción del riesgo cardiovascular: 10% menos riesgo de accidente cerebrovascular no fatal, 30% menos riesgo de síndrome coronario agudo no fatal, 23% menos riesgo de mortalidad cardiovascular; efecto sobre los niveles de potasio: aumento medio de 0,12 mmol/L en los niveles de potasio en sangre, sin evidencia concluyente de un mayor riesgo de hipercalemia en poblaciones saludables.
La OMS sugiere reemplazar la sal regular con LSSS en la población general adulta, exceptuando: las personas con enfermedad renal crónica o condiciones que afecten la excreción de potasio y los niños y las mujeres embarazadas debido a la falta de evidencia suficiente en estos grupos.
Sal o sodio
En el caso de la Unión Europea (UE) se adoptó la decisión, ya en el año 2011, del cambio en la declaración de la información nutricional de sodio por sal (multiplicando por 2,5 el contenido en sodio del alimento o la bebida), ya que si se estaban haciendo campañas de reducción de sal, con coherencia con la información al consumidor en las etiquetas, era lógico que apareciera sal y no sodio, situación que se modificó a partir de la aprobación y entrada en vigor del Reglamento 1169/2011, lo que supuesto un logro sustancial en la sensibilización del consumo e ingesta de sal, frente a otros países o territorios que siguen indicando en la declaración de información nutricional el sodio.
Alta ingesta de sodio
La alta ingesta de sodio, a través mayoritariamente de sal (Cloruro Sódico) está relacionada directamente, como uno o el principal factor de riesgo, con diversas patologías como las enfermedades cardiovasculares; el accidente cerebrovascular y las enfermedades coronarias; la osteopenia y la osteoporosis: vinculadas a una dieta con un alto contenido en sodio; cáncer gástrico: el exceso de sodio puede daño en la mucosa gástrica y, con ello, la mayor posibilidad de infección por Helicobacter pylori; la enfermedad renal crónica: agravada por un consumo excesivo de sodio.
Existe la evidencia científica que muestra que reducir la ingesta de sal/sodio disminuye significativamente la presión arterial y reduce la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, así como del resto de patología mencionadas.
La OMS, dentro de su estrategia de reducción de consumo de sal recomienda un enfoque integral para disminuir la ingesta de sodio en la población: reformulación de alimentos procesados: reducción del contenido de sal/sodio en productos de alto consumo, tanto por cantidad como por frecuencia; etiquetado nutricional en el frontal de los envases de los alimentos y bebidas claro: implementación de advertencias para ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas; restricción en la publicidad de productos altos en sal/sodio: especialmente dirigida a niños (control de la misma en canales de TV dirigidos específicamente para este grupo poblacional así como mensajes, grafismo, pictogramas… incluidos en el etiquetado) y poblaciones vulnerables; regulación del contenido sal/sodio en comidas institucionales: aplicación de límites en escuelas, institutos, hospitales y establecimientos gubernamentales; campañas de educación masiva: iniciativas para modificar el comportamiento del consumidor y fomentar el uso de alternativas bajas en sal/sodio.
Reducción de sal
El progreso global en la implementación de políticas de reducción de sodio ha sido desigual en los países, por ejemplo: solo el 55% han implementado medidas para la reducción de sal/sodio; únicamente el 5% ha aplicado al menos dos políticas obligatorias junto con otras medidas complementarias; el 22% ha adoptado al menos una política obligatoria, el 33% ha implementado solo medidas voluntarias.
Se estima que, si todos los países implementaran al menos dos intervenciones obligatorias y mejores prácticas de elaboración o producción, la ingesta global de sal/sodio podría reducirse un 23% para 2030, previniendo millones de muertes.
En este caso, además, es crítico el papel de los profesionales de la salud, pues juegan un papel fundamental en la reducción del consumo de sal/sodio mediante: educación a los pacientes, para ello deben: informar sobre los riesgos del sodio y promover dietas saludables; promocionar alternativas bajas en sodio que fomenten el uso de LSSS y alimentos con menor sodio; apoyar iniciativas gubernamentales que posibiliten respaldar políticas de reducción de sal/sodio en alimentos y bebidas procesadas junto con aguas envasadas; colaboración con la industria alimentaria de la transformación y de la distribución alimentaria y hostelería incentivando la reformulación de productos alimenticios y la elaboración de platos en los menús para reducir su contenido de sal/sodio.
Referencias
Global Health Data 2017 Diet Collaborators. Health effects of dietary risks in 195 countries, 1990–2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. Lancet, 2019; 393:1958–72. DOI: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(19)30041-8
OMS. Dieta, nutrición y prevención de enfermedades crónicas. OMS, Serie de Informes Técnico 916. 2003. Disponible en: https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/42755/WHO_TRS_916_spa.pdf?sequence=1
Unión Europea. Reglamento (UE) n o 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de octubre de 2011 , sobre la información alimentaria facilitada al consumidor y por el que se modifican los Reglamentos (CE) n o 1924/2006 y (CE) n o 1925/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, y por el que se derogan la Directiva 87/250/CEE de la Comisión, la Directiva 90/496/CEE del Consejo, la Directiva 1999/10/CE de la Comisión, la Directiva 2000/13/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, las Directivas 2002/67/CE, y 2008/5/CE de la Comisión, y el Reglamento (CE) n o 608/2004 de la Comisión. Diario Oficial de la Unión Europea. 22 de noviembre de 2011; 304:18-63. https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:32011R1169&from=ES
WHO. WHO global report on sodium intake reduction. Geneva: World Health Organization. 2023. Licence: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. Disponible en: https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/366393/9789240069985-eng.pdf?sequence=1
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WHO. Use of lower-sodium salt substitutes. Use of lower-sodium salt substitutes: WHO guideline. Geneva: World Health Organization. 2025. Licence: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. Disponible en: https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/380227/9789240105591-eng.pdf?sequence=1
El Profesor Dr. Rafael Urrialde es experto en alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es técnico especialista en Ciencias Ambientales por la misma universidad y Postgrado en Nutrición por la Universidad de Granada. En la actualidad es Profesor Asociado en la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM y Profesor Asociado del Área de Nutrición y Bromatología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Es Académico Numerario de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), miembro del Comité Científico de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). Su trayectoria profesional anterior incluye su paso por la Unión de Consumidores de España (UCE), la revista Ciudadano de la Fundación Ciudadano y distintas compañías de alimentación y bebidas. Además, es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y también pertenece a otras sociedades científicas en el ámbito de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y dietética (SENC, AEND, SESAL y SEMED), al Patronato de la FEN y a la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.
