Nuestro consumo de alimentos ha cambiado de manera radical en los últimos 50 años, cuando nuestros padres y abuelos acudían al mercado a comprar productos de proximidad y de temporada. Las mejoras agrícolas, de transportes, de logística, de envasado y de conservación permitieron que productos nunca vistos a precios muy asequibles llegaran a nuestras cocinas.
Pero esta tendencia está comenzando a cambiar y la concienciación ha logrado reducir, en los últimos años, el uso de plásticos. Ahora, una gastronomía con consumo de cercanía se impone. Una gastronomía de kilómetro cero que se basa en cinco eses: sostenible, saludable, satisfactoria, social y segura.
El profesor Javier Aranceta es uno de los referentes de este ámbito. Como recuerda, el origen del consumo de productos de todo el mundo durante todo el año fue “el capricho del consumidor que, por ejemplo, quería cerezas en Navidad y fresas fuera de temporada, que venían de otros puntos del planeta. Esto, por el tema de la sostenibilidad no es, a día de hoy, ni viable ni recomendable”.
Se impone una gastronomía basada en cinco eses: sostenible, saludable, satisfactoria, social y segura.
Ventajas del consumo de cercanía
Entre las ventajas del consumo de cercanía destaca, en primer lugar, que los frutos están en su punto de maduración cuando se cosechan, por lo que no necesitan prácticas de conservación como atmósferas modificadas o frío, que pueden modificar su valor nutricional y su sabor.
Además, al cosecharse estos productos en temporada, suelen tener mejores cualidades gastronómicas y mejores aromas, sabores y texturas, con un mayor valor nutricional. Y, como recalca el experto, son más adecuados para la sostenibilidad, por tener una menor huella de carbono, ya que el trayecto hasta el consumidor es más corto.
Otro aspecto que considera clave es que genera riqueza en el territorio, fijando empleo en agricultura y ganadería en los entornos más cercanos, así como en pequeños comercios de barrio y mercados municipales. “Estos negocios deben ser protegidos por los consumidores y, además, deberían tener ventajas fiscales”, propone.
Los productos de temporada suelen tener mejores cualidades gastronómicas y mejores aromas, sabores y texturas, con un mayor valor nutricional
Ayudan a mejorar nuestra alimentación
Pero quizá, la mayor ventaja de este tipo de consumo es que es una oportunidad para mejorar nuestros hábitos dietéticos. Como recalca el profesor Aranceta, “es muy difícil ir a comprar a un mercado municipal y comprar mal. Podremos comprar más o menos cantidad, pero mal es difícil. Sin embargo, en un supermercado, es muy fácil comprar y llenar el carro, por impulso, de productos que no están recogidos en la pirámide de la alimentación saludable”.
El consumo de cercanía es una oportunidad para mejorar nuestros hábitos dietéticos
La trazabilidad es uno de los aspectos de seguridad alimentaria que más han mejorado en los últimos años. Hay poquísimos casos de contaminación alimentaria. Y, cuando se producen, se detecta inmediatamente el punto de contaminación en la cadena de suministro que ha seguido el alimento y se puede realizar una inmovilización y, si necesita, una retirada selectiva. En los productos de proximidad, al ser esta cadena muy corta, es aún más sencillo seguir la trazabilidad.
Consumidores más concienciados
“Los consumidores más sensibilizados están concienciados y, por ejemplo, hacen un pedido semanal de productos de temporada a la huerta, con precios asequibles. También los mercados están resurgiendo aunque, como he comentado, deben ser apoyados por las diferentes administraciones: no tienen que ser solo centros para vender productos de cercanía, también pueden organizar eventos culturales, catas, demostraciones… Y muchos ya lo están haciendo, enseñando a comer saludable y con productos de cercanía a las personas que no se han animado aún. Y esto, además, es solidaridad con nuestro entorno”, recalca.
Por último, otro asunto clave: este tipo de consumo reduce los residuos ya que hay menos fruta y verdura que se desecha al ser los trayectos mucho más cortos (y menos contaminante).
En opinión del profesor Aranceta, en el consumo de productos de cercanía, todo son ventajas, con la única salvedad de no disponer de determinados productos en fechas señaladas. “Pero hay otras y podemos arreglarnos”, concluye.
El Profesor Javier Aranceta es Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de País Vasco, diplomado en Nutrición por las Universidades de Madrid y Granada, Máster en Nutrición por la Universidad Autónoma de Barcelona, Doctor en Nutrición por la Universidad de Perugia (Italia), Máster en Salud Pública por la UPV/EHU y Doctor en Periodismo por la Universidad de País Vasco. Además, es presidente de la Real Academia de Medicina del País Vasco, del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y de la Academia Española de Nutrición y Ciencias de la Alimentación.
Javier Granda Revilla es periodista freelance especializado en salud con más de 20 años de experiencia. Colabora con El Mundo, Diario Médico, Telemadrid y La Razón, entre otros medios. Es vocal de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS), institución que agrupa a más de 600 comunicadores de salud, que le concedieron el Primer Premio a la Mejor Labor de Comunicación. Es, desde 2009, profesor de Comunicación Científica en el Máster ESAME de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona. Acaba de ser premiado por la Sociedad Española de Hematología y Hemostasia por un reportaje publicado en Diario Médico.