La bioeconomía se perfila como una de las soluciones más prometedoras para enfrentar los desafíos globales relacionados con el cambio climático, la seguridad alimentaria y la gestión sostenible de los recursos naturales. Su implementación requiere un cambio de paradigma en la gestión empresarial, donde el capital humano y el capital natural sean considerados elementos clave en la toma de decisiones.

En el caso de España, la Estrategia de Bioeconomía Horizonte 2030 representa un esfuerzo integral para impulsar el desarrollo de sectores clave como la agroindustria, la biotecnología y la bioenergía. A través de la innovación, la colaboración intersectorial y el desarrollo de nuevas tecnologías, la bioeconomía puede generar oportunidades económicas, mejorar la sostenibilidad ambiental y contribuir al bienestar social.

El futuro de la bioeconomía dependerá en gran medida del compromiso de los gobiernos, las empresas y la sociedad en su conjunto. La transición hacia este modelo económico no solo es una necesidad, sino también una oportunidad para construir un sistema productivo más equitativo, eficiente y resiliente ante los retos del siglo XXI.

Por este motivo la bioeconomía se ha convertido en una alternativa esencial para abordar los desafíos actuales en la producción de alimentos y el consumo de energía tanto, en nuestro caso, para población española que acaba de rebasar los 49.000.000 de personas, como para una población mundial en constante crecimiento que ya alcanza los 8.025 millones de ciudadanos. Este enfoque busca optimizar el uso de recursos biológicos renovables provenientes de la agricultura, ganadería, la silvicultura y la pesca, asegurando que su explotación no comprometa la capacidad de regeneración de los ecosistemas.

Uno de los principales problemas de los sistemas productivos actuales es la generación de desechos que se convierten en residuos

Según se recoge en un trabajo publicado en la Revista Digital Universitaria de la Universidad de México por las Prof. Elena Pérez Urría, Beatriz Pintos y Arancha Gómez Garay junto conmigo, pudimos determinar que uno de los principales problemas de los sistemas productivos actuales es la generación de desechos que se convierten en residuos, particularmente en el sector agroalimentario. Sin embargo, estos desechos pueden convertirse en valiosos insumos para nuevas cadenas productivas a través de la bioeconomía y dejar de ser residuos. Ejemplos de estos procesos incluyen la producción de biocombustibles a partir de biomasa residual, la conversión de residuos vegetales en fertilizantes biológicos y el uso de subproductos agroindustriales en la formulación de alimentos para el ganado.

El concepto de bioeconomía se vincula estrechamente con el de economía circular, pero va más allá al integrar la innovación y la sostenibilidad en cada etapa del ciclo productivo. Mientras que la economía circular se centra en maximizar el uso de los productos y minimizar los desechos, la bioeconomía incorpora los procesos biotecnológicos para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de la producción. En este sentido, las biorrefinerías juegan un papel clave, ya que permiten transformar biomasa en bioproductos con alto valor agregado, como bioplásticos, biolubricantes y compuestos bioactivos para la industria farmacéutica, cosmética y alimentaria.

Desde una perspectiva ambiental, la bioeconomía contribuye a mitigar el cambio climático al reducir de una forma significativa la dependencia de los combustibles fósiles y mejorar la eficiencia en el uso de los recursos naturales. Además, su implementación favorece el desarrollo económico y social, ya que fomenta la creación de empleos en sectores emergentes y promueve el uso de tecnologías innovadoras en la agricultura, ganadería, acuicultura, selvicultura y la industria.

Tradicionalmente, la gestión empresarial ha estado centrada en la maximización del beneficio económico a corto plazo (aunque en muchas ocasiones, sobre todo con una visión estrategia de perdurar y consolidar la actividad y el negocio, a medio y largo plazo), con un énfasis en la contabilidad financiera y el retorno de la inversión para los accionistas. Sin embargo, este modelo hoy en día se ha visto que es totalmente insuficiente para abordar los desafíos del siglo XXI, en los cuales la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa juegan un papel crucial e implican un valor añadido y tangible para las empresas y sus productos, sobre todo en el caso de alimenticios, que puede garantizar el éxito o producir un fracaso.

Uno de los principales cambios que plantea la bioeconomía es la necesidad de integrar en la contabilidad de la actividad empresarial dos nuevos tipos de capital: el capital humano y el capital natural. El capital humano incluye aspectos como la capacitación, la innovación y la cohesión social dentro de una organización, mientras que el capital natural hace referencia a los recursos biológicos y del ecosistema que permiten el desarrollo económico. Ambos elementos son fundamentales para garantizar la viabilidad y mantenimiento de una empresa a medio y largo plazo y deben ser considerados básicos e imprescindibles en la toma de decisiones del desarrollo e implementación de decisiones estratégicas.

Para poder conseguir una gestión empresarial alineada con los principios de la bioeconomía, es necesario desarrollar nuevos sistemas de evaluación y medición del desempeño corporativo con la creación de unos estándares de acorde a esta nueva situación. Esto implica la incorporación de métricas que reflejen el impacto ambiental de las operaciones, la eficiencia en el uso de recursos y la generación de valor social. Además, es crucial adoptar enfoques de innovación abierta y colaboración intersectorial para maximizar el aprovechamiento de la biomasa y reducir los desperdicios en toda la cadena de producción, situación que en la alimentaria abarca la producción, transformación, distribución y consumo, incluida la hostelería, donde los desperdicios o deshechos generan un elevado contenido de residuos.

La transición hacia un modelo de bioeconomía empresarial requiere cambios profundos en la mentalidad de los líderes empresariales y en las regulaciones que rigen los mercados, estableciendo canales y normas que permitan conseguir de forma competitiva y leal los objetivos y resultados. Es imprescindible fomentar incentivos para la adopción de tecnologías limpias, el desarrollo de productos biodegradables y la implementación de prácticas de producción sostenible. En este contexto, las políticas públicas desempeñan un rol clave al establecer marcos regulatorios que promuevan la inversión en bioeconomía y faciliten la cooperación entre empresas, instituciones de investigación y gobiernos.

España desde el año 2015 ha sido pionera con la estrategia de bioeconomía con un horizonte 2030, que es de concepto integral para poder impulsar la bioeconomía como motor de crecimiento económico sostenible. Esta estrategia tiene como objetivo principal fomentar la utilización eficiente de los recursos biológicos en sectores como la agricultura, la silvicultura, la pesca, la biotecnología y la industria química, promoviendo la generación de bioproductos y bioenergía a partir de materias primas renovables.

Uno de los pilares fundamentales de la Estrategia Española de Bioeconomía es la revalorización de los residuos y subproductos generados en las cadenas productivas. En la actualidad, una gran cantidad de biomasa residual se desaprovecha o se gestiona de manera ineficiente, lo que representa una pérdida de recursos y un impacto ambiental negativo. A través del desarrollo de biorrefinerías y tecnologías de conversión de biomasa, es posible transformar estos residuos en insumos valiosos para la producción de biocombustibles, materiales biodegradables y compuestos bioactivos con aplicaciones en diversas industrias.

La bioeconomía incorpora los procesos biotecnológicos para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de la producción

El documento establece objetivos estratégicos y operativos para la implementación de la bioeconomía en España. Entre ellos, se incluyen la mejora de la competitividad del sector agroalimentario, el impulso a la innovación tecnológica y la promoción de prácticas sostenibles en la producción y el consumo. En términos operativos, se plantea la necesidad de fortalecer la investigación, así como el desarrollo y la innovación e implementar los aspectos y parámetros en bioeconomía, fomentar la colaboración entre actores públicos y privados, y diseñar mecanismos de financiación para apoyar la transición hacia este modelo económico.

Otro aspecto clave de la estrategia es la creación de sinergias entre diferentes sectores económicos para maximizar el aprovechamiento de los recursos biológicos. Por ejemplo, uno de los casos de éxito puede ser buscar el establecimiento de vínculos entre la industria alimentaria y la producción de bioenergía, de modo que los residuos agroindustriales puedan ser utilizados como materia prima en la generación de biocombustibles. De igual manera, promover la integración de la bioeconomía en el sector químico, facilitando el desarrollo de bioplásticos y otros materiales biodegradables a partir de biomasa.

En el ámbito social, la estrategia destaca la importancia de la educación y la concienciación sobre los beneficios de la bioeconomía. Para ello, se plantea la necesidad de implementar programas de formación en biotecnología, gestión de residuos y producción sostenible, dirigidos tanto a profesionales del sector como a la ciudadanía en general. Además, se propone el desarrollo de campañas de sensibilización para fomentar el consumo de productos de origen biológico y promover estilos de vida más sostenibles.

Finalmente, la Estrategia Española de Bioeconomía subraya la importancia de la cooperación internacional en el desarrollo de este modelo económico. España participa activamente en iniciativas de la Unión Europea orientadas a la promoción de la bioeconomía, lo que facilita el acceso a fondos de inversión y el intercambio de conocimientos con otros países. Asimismo, se busca fortalecer la colaboración con América Latina y otras regiones con alto potencial en el aprovechamiento de recursos biológicos, promoviendo el comercio de bioproductos y la transferencia de tecnología.

Bibliografía

Martí J. La bioeconomía de la empresa y el capital natural. Económicas y Empresariales. Real Academia Europea de Doctores. Dic 21, 2022. [Consultado el 15 de febrero de 2025]. Disponible en: https://raed.academy/la-bioeconomia-de-la-empresa-y-el-capital-natural/

Pérez-Urria Carril E, Pintos López B, Urrialde de Andrés R, Gómez Garay A. ¡No lo tires, aprovéchalo, es bioeconomía! Revista Digital Universitaria (rdu). (2023, julio-agosto;24(4). Doi: http://doi.org/10.22201/cuaieed.16076079e.2023.24.4.4

Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación. Estrategia española de Bioeconomía. Horizonte 2030. Ministerio de Economía y Competitividad. Gobierno de España. 23 de diciembre de 2015. Disponible en: https://www.mapa.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/innovacion-medio-rural/estrategiaenbioeconomia23_12_15_tcm30-560119.pdf

 

El Profesor Dr. Rafael Urrialde es experto en alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es técnico especialista en Ciencias Ambientales por la misma universidad y Postgrado en Nutrición por la Universidad de Granada. En la actualidad es Profesor Asociado en la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM y Profesor Asociado del Área de Nutrición y Bromatología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Es Académico Numerario de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), miembro del Comité Científico de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). Su trayectoria profesional anterior incluye su paso por la Unión de Consumidores de España (UCE), la revista Ciudadano de la Fundación Ciudadano y distintas compañías de alimentación y bebidas. Además, es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y también pertenece a otras sociedades científicas en el ámbito de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y dietética (SENC, AEND, SESAL y SEMED), al Patronato de la FEN y a la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.