producción sostenible

La dehesa es un ecosistema singular y multifuncional, característico de la península ibérica. Particularmente existen dos tipos, la basada en encina y alcornoque y la de fresno. Nos centramos en el primer caso, situada en el suroeste de España, abarcando zonas de Salamanca, Cáceres, Badajoz, Huelva, Córdoba, Jaén, Sierra Norte de Sevilla y piedemonte del sistema Central (zona de Talavera de la Reina, Montes de Toledo o Monte del Pardo); y Portugal (Alentejo y Algarve). Con una extensión estimada de entre 2 y 5 millones de hectáreas, este sistema combina biodiversidad y actividades humanas sostenibles, convirtiéndose en un modelo único de interacción entre el hombre y el medio ambiente. A través de los siglos, ha demostrado ser un ejemplo destacado de gestión integrada que permite la producción agroganadera y forestal mientras conserva importantes valores ecológicos y culturales.

El término «dehesa» proviene del latín defensa, que originalmente aludía a terrenos protegidos para el pastoreo. Sus raíces históricas se remontan a los latifundios romanos, pero su consolidación como sistema multifuncional ocurrió durante la Edad Media, especialmente tras la Reconquista, cuando grandes extensiones de tierra fueron entregadas a órdenes militares y señoríos. Este sistema evolucionó con la apertura de bosques densos para crear áreas de pastizales combinadas con árboles dispersos, principalmente encinas (Quercus ilex) y alcornoques (Quercus suber).

En el siglo XX, eventos como las desamortizaciones y la mecanización provocaron cambios significativos, reduciendo la diversidad de usos y aumentando la presión sobre los suelos, lo que derivó en problemas de degradación ambiental. Además, enfermedades como la peste porcina africana y cambios económicos afectaron la sostenibilidad del ecosistema.

¿Cuáles son las características principales de la Dehesa, en primer lugar, la estructura y biodiversidad? La dehesa es un ecosistema agrosilvopastoril que combina tres elementos principales:

  • Estrato arbóreo: dominado por encinas y alcornoques, estos árboles aportan sombra, bellotas, leña y corcho, y generan un microclima que favorece la fertilidad del suelo;
  • Estrato herbáceo: constituido por pastizales que proporcionan alimento para el ganado
  • Estrato arbustivo: incluye jaras, lentiscos y aulagas, que desempeñan funciones importantes en la dinámica ecológica.

La biodiversidad de la dehesa es extraordinaria, con más de 20 especies de mamíferos, 60 de aves y una gran diversidad de flora. Es hogar de especies emblemáticas como el lince ibérico, el águila imperial y la grulla común (Grus grus). Estos animales, junto con los ciclos ecológicos regulados por la interacción entre depredadores, herbívoros y roedores, aseguran la sostenibilidad del sistema.

La dehesa no solo es un sistema productivo sostenible, sino también un patrimonio cultural

Los usos productivos. La dehesa es un ejemplo de gestión multifuncional que combina actividades productivas y de conservación: ganadería extensiva: predominan el ganado bovino, ovino y porcino. El cerdo ibérico, alimentado con bellotas, es especialmente valioso por su contribución a la economía local; producción forestal: el corcho, extraído del alcornoque, es uno de los productos más destacados, con España aportando el 30% de la producción mundial. Otros productos incluyen leña, miel y setas; agricultura: en rotación con el pastoreo, se cultivan cereales y leguminosas; caza: la caza mayor y menor tiene un importante valor económico y ecológico y turismo rural: actividades como senderismo, rutas a caballo y turismo gastronómico están en auge, promoviendo el desarrollo rural.

La importancia ecológica. La dehesa cumple funciones clave en la regulación de ciclos ecológicos y la conservación de especies autóctonas. Es un hábitat esencial para aves carroñeras, mamíferos y reptiles. Además, actúa como un sumidero de carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático y conservando la fertilidad del suelo mediante la acumulación de materia orgánica.

Pero como en otros casos existen una serie de retos y de amenazas para poder mantener este sistema productivo sostenible, probablemente uno de los ecosistemas que mejor cumplen los aspectos relevantes de la sostenibilidad ambiental, la sostenibilidad social y la sostenibilidad económica que deben conjugar y tener en cuenta la sostenibilidad emocional.

A pesar de todo esto, la dehesa enfrenta numerosos desafíos: sobreexplotación y abandono: el uso intensivo y la falta de regeneración de los árboles amenazan su sostenibilidad; la seca: una enfermedad causada por el hongo Phytophthora cinnamomi que afecta las raíces de los árboles, provocando su muerte; tuberculosis: la interacción entre animales salvajes y domésticos ha incrementado la incidencia de esta enfermedad, falta de rentabilidad: los bajos precios de productos tradicionales y los altos costos de mantenimiento dificultan la viabilidad económica, cambio climático: sequías prolongadas e irregularidad en las lluvias afectan negativamente la productividad; despoblación rural: la migración hacia áreas urbanas deja muchas dehesas sin manejo adecuado, incrementando el riesgo de incendios y desertificación; y exceso de burocracia: la complejidad en la gestión de ayudas limita su efectividad.

Uno de los ejemplos de coexistencia e integración de la parte de gestión ganadera y agrícola junto con la ecológica, es el mantenimiento de poblaciones de grulla durante el otoño e invierno. Existe una clara relación entre la grulla común y su relación con la dehesa, jugando esta última un refugio para las especies migratorias. Extremadura alberga al 60% de la población invernante de esta ave en la península ibérica, que depende de las bellotas como principal alimento. La presencia de grullas fomenta también el turismo de observación, contribuyendo al equilibrio ecológico y económico de la región.

Como hemos mencionado la Dehesa cumple con los parámetros e indicadores de medición de la sostenibilidad. Ambientales: tasa de regeneración arbórea y calidad del suelo; económicos: rentabilidad de las explotaciones y diversificación de actividades; y sociales: satisfacción laboral y relevo generacional.

Estos indicadores permiten evaluar y ajustar las prácticas de manejo para equilibrar los aspectos productivos y de conservación.

Además, como importancia de sostenibilidad emocional podemos incluir la importancia cultural y paisajística.  La dehesa no solo es un sistema productivo, sino también un patrimonio cultural. Su paisaje único refleja siglos de interacción entre el ser humano y la naturaleza, inspirando la gestión de otros sistemas agroforestales a nivel mundial. Incluso como aspecto emocional ambiental, pues actúa como un sumidero de carbono y un refugio vital para la biodiversidad, destacándose por su contribución a la mitigación del cambio climático.

La dehesa es un modelo de coexistencia entre producción y conservación ambiental. Su gestión sostenible ha garantizado su supervivencia durante siglos, pero su futuro depende de afrontar los desafíos actuales con estrategias integradas que combinen la protección del ecosistema con la rentabilidad económica. Entre las acciones prioritarias se incluyen: fomentar la investigación para mejorar la regeneración arbórea y controlar enfermedades como la seca; promover políticas de conservación que incentiven el manejo sostenible; valorar los productos locales, como el jamón ibérico y el corcho, para incrementar su competitividad, e impulsar el turismo rural como fuente complementaria de ingresos.

La dehesa es más que un sistema productivo sostenible: representa un legado natural y cultural que debe preservarse para las generaciones futuras.

Referencias

Escribano M, Díaz-Caroc C, F.J. Mesias FJ. A participative approach to develop sustainability indicators for Dehesa agroforestry farms. Science of the Total Environment 640–641. 2018;89–97. DOI: https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2018.05.297

Morán-López T, Sánchez-Dávila J, Torre I, Navarro-Castilla A, Barja I, Díaz M. Ungulate presence and predation risks reduce acorn predation by mice in dehesas. 2022. PLoS ONE 17(8):e0260419. DOI: https://doi.org/10.1371/journal.

Junta de Extremadura. Ecosistema La Dehesa. Consejería de medio ambiente y rural, políticas agrarias y territorio. [Consultado 11 de diciembre de 2024]. Disponible en: http://extremambiente.juntaex.es/index.php?option=com_content&view=article&id=662&Itemid=81

Junta de Extremadura. Dehesa de Moheda Alta. Grulla común Grus Grus. Consejería de medio ambiente y rural, políticas agrarias y territorio. [Consultado el 02 de diciembre de 2024]. Disponible en: http://extremambiente.juntaex.es/index.php?option=com_content&task=view&id=159&Itemid=144

 

El Profesor Dr. Rafael Urrialde es experto en alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es técnico especialista en Ciencias Ambientales por la misma universidad y Postgrado en Nutrición por la Universidad de Granada. En la actualidad es Profesor Asociado en la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM y Profesor Asociado del Área de Nutrición y Bromatología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Es Académico Numerario de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), miembro del Comité Científico de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). Su trayectoria profesional anterior incluye su paso por la Unión de Consumidores de España (UCE), la revista Ciudadano de la Fundación Ciudadano y distintas compañías de alimentación y bebidas. Además, es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y también pertenece a otras sociedades científicas en el ámbito de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y dietética (SENC, AEND, SESAL y SEMED), al Patronato de la FEN y a la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.