Las dietas basadas en plantas (DBP) son patrones alimentarios que priorizan el consumo de alimentos de origen vegetal. Esto incluye frutas, verduras, legumbres, granos enteros, frutos secos y semillas, mientras que limitan o evitan productos de origen animal y alimentos con un alto nivel de procesamiento. No todas las dietas basadas en plantas son vegetarianas o veganas; algunas pueden incluir pequeñas cantidades de carne, pescado, o productos lácteos como son las dietas mediterráneas, asiáticas, DASH, flexitariana entre otras, pero el enfoque principal está en los alimentos vegetales.
Los principales beneficios para la salud de adherirse a este tipo de dietas es que pueden mejorar la salud cardiovascular, ya que son ricas en fibra dietética, antioxidantes y grasas saludables, y algo muy importante: bajo contenido en sodio por la utilización de la técnica culinaria del sofrito, lo que puede ayudar a reducir la presión arterial, disminuir el colesterol LDL y mejorar la salud del corazón. También pueden ayudar a un buen control del peso corporal, ya que suelen ser más bajas en kcal y grasas saturadas, lo que puede facilitar el control del peso o la pérdida de peso.
Además, ayudan en la reducción del riesgo de enfermedades crónicas. Hay evidencia científica que sugiere que una DBP puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer y enfermedades neurodegenerativas. Estas dietas pueden mejorar la salud digestiva por su aporte en fibra dietética proveniente de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y granos enteros (sobre todo cereales), lo que favorece una buena salud intestinal, promoviendo una digestión saludable y reduciendo el riesgo de enfermedades gastrointestinales. También presentan beneficios antiinflamatorios: muchos alimentos de origen vegetal contienen compuestos antiinflamatorios que pueden ayudar a reducir la inflamación de bajo grado en el cuerpo, lo que es importante para la prevención de varias enfermedades crónicas y ayuda a una buena salud mental. Diversos estudios han sugerido que este tipo de dietas puede estar asociado con una menor incidencia de depresión y ansiedad.
Aparte de los beneficios directos para la salud humana, estos tipos de dieta pueden ser más amigables con el planeta, aunque hay que analizar caso por caso dependiendo de los territorios, ya que su producción tiende a tener una huella de carbono menor que la de las dietas ricas en productos animales. Algunos estudios sostienen que una DBP puede reducir las emisiones de carbono en un 50% en comparación con una dieta rica en carne. La producción de carne requiere de más tierras agrícolas debido a la necesidad de alimentar a los animales, aunque si al final no hay animales la producción vegetal tendría que ser similar para conseguir el aporte total de proteínas a la dieta humana, el animal al final es un medio intermediario entre la producción vegetal y la alimentación humana.
Una transición hacia DBP podría liberar grandes extensiones de tierra, que podrían destinarse a la reforestación o a la conservación de ecosistemas naturales, por eso la importancia de que países que consumen una alta cantidad de carne, puedan bajar su consumo.
Es importante mencionar que, aunque hay múltiples beneficios, una DBP debe estar bien planificada -particularmente las dietas vegetarianas y veganas- para asegurar que se están obteniendo todos los nutrientes necesarios, como proteínas, hierro, calcio, yodo, vitamina B12, creatina y ácidos grasos omega-3 de larga cadena (eicosapentaenoico-EP y docosahexaenoico-DHA), relación o ratios minerales: calcio/fósforo, que pueden ser exclusivos o más abundantes en productos de origen animal.
Finalmente, es importante que los gobiernos velen por que estos alimentos sean accesibles y asequibles, además de facilitar la educación nutricional, para favorecer la adquisición y adherencia de este tipo de dietas, siempre considerando costumbres sociales y factores culturales, geográficos y económicos.
En conclusión, adoptar DBP no solo impacta positivamente la salud de las personas, sino que también puede representar una estrategia significativa para abordar problemas globales como el cambio climático y la degradación medioambiental. Fomentar el cambio hacia estas dietas puede ser un paso crucial hacia un sistema alimentario más sostenible y saludable, beneficiando tanto a las generaciones presentes como a las futuras.
Samuel Durán Agüero es un nutricionista chileno, Magíster y Doctor en Nutrición y Alimentos, Universidad de Chile. Ex presidente del Colegio de Nutricionistas de Chile, y past director Sociedad Chilena de Nutrición. Director Magíster Nutrición en Salud Pública, Universidad San Sebastián, Chile. Su principal línea de investigación es epidemiología Nutricional incluyendo edulcorantes no calóricos, cuenta con más de 200 publicaciones en revistas indexadas. Ha dirigido 4 tesis de doctorado y 20 tesis de magíster.