Los productos cosméticos deben garantizar la ausencia de microorganismos potencialmente patógenos a lo largo de su vida útil. Entre los microorganismos comúnmente hallados en productos cosméticos contaminados se incluyen Pseudomonas aeruginosa, Staphylococcus aureus, Escherichia coli, Burkholderia cepacia, Candida albicans, Aspergillus brasilliensis, etc.
La contaminación microbiana puede alterar las características sensoriales del producto, como su color y olor, así como comprometer su estabilidad. Además, las toxinas producidas por estos microorganismos también pueden desencadenar reacciones adversas en los usuarios, como alergias o irritaciones cutáneas. Por ende, para inhibir la proliferación microbiana y preservar la integridad del cosmético durante su fabricación, envasado y almacenamiento, asegurando así la seguridad del consumidor, se incorporan conservantes a la formulación.
Los conservantes son agentes seleccionados por sus propiedades antimicrobianas, diseñados para prevenir la contaminación microbiológica durante el almacenamiento y uso del producto cosmético por parte del consumidor. A pesar de su importancia, los conservantes no tienen impacto directo en las posibles propiedades beneficiosas del cosmético para la piel.
Los conservantes son agentes diseñados para prevenir la contaminación microbiológica durante el almacenamiento y uso del producto cosmético por parte del consumidor
Los conservantes empleados en productos cosméticos deben cumplir con diversos criterios. Entre ellos, no deben ser tóxicos ni causar sensibilización, irritación o alteración del microbioma cutáneo. Asimismo, no deben penetrar la piel ni las mucosas, ni afectar el color y fragancia del producto. Deben poseer actividad contra un amplio rango de hongos y bacterias a concentraciones mínimas. Se espera que sean estables, resistentes a la luz y al aire, sin reaccionar con otros componentes de la formulación. Un conservante ideal debería tener mayor solubilidad en fase acuosa que en la orgánica, ya que es en la fase donde preferentemente se desarrollarán los microorganismos. Además, los conservantes deben ser utilizados en concentraciones mínimas efectivas, evitando exceder aquellas que puedan causar irritación y efectos adversos en los usuarios. También deben ser compatibles con los demás ingredientes de la fórmula, ya que ciertos componentes pueden reducir su efectividad, mientras que otros pueden potenciarla.
Para que se permita su uso en ingredientes cosméticos, un conservante debe cumplir con el Anexo V del Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo de la Comunidad Europea (CE) nº 1223/2009. El anexo V incluye actualmente unas 60 entradas; sin embargo, se actualiza constantemente. La lista no incluye conservantes de origen natural, como aceites esenciales o extractos de plantas.
Se ha destacado la sinergia entre conservantes y otros ingredientes en la formulación cosmética, donde ciertos componentes se denominan «potenciadores de conservantes». Estos ingredientes complementarios permiten reducir la concentración de conservantes tradicionales y mitigar posibles efectos adversos. Los potenciadores de conservantes, presentes en diversos cosméticos, pueden provenir de tensioactivos, humectantes, emulsionantes, agentes quelantes, tampones, antioxidantes, entre otros. Aunque no funcionan como conservantes per se, poseen propiedades antimicrobianas. Por ejemplo, agentes quelantes como el EDTA (ácido etilendiaminotetraacético) pueden mejorar la actividad de conservantes como el cloruro de benzalconio, metilparabeno y propilparabeno al quedar el hierro necesario para el crecimiento microbiano.
En los últimos años, la industria cosmética se ha enfrentado al desafío de adoptar potenciadores de conservantes utilizando conservantes naturales en sus productos, buscando evitar reacciones alérgicas y sensibilidades asociadas a conservantes químicos. Estos conservantes naturales suelen derivar de fuentes vegetales, animales o microbianas. Existen numerosos agentes naturales que pueden potenciar la actividad antimicrobiana de los conservantes en productos cosméticos. Aceites esenciales de plantas, extractos y sus componentes activos, así como hidrosoles (destilado de hiervas), pueden funcionar como potenciadores de conservantes naturales, permitiendo la reducción o incluso la eliminación de conservantes químicos en las formulaciones. Ejemplos incluyen el aceite de hoja de Thymus vulgaris (tomillo), el aceite de hoja de Origanum vulgaris (orégano), el extracto de hoja de Salvia officinalis (salvia), el extracto de fruto de Schizandra chinensis y el aceite esencial de lima (Citrus aurantifolia), que contiene limoneno.
Además de los potenciadores naturales vegetales, los más comunes, también existen conservantes de origen microbiano, como la nisina, un péptido de 34 residuos de aminoácidos producido por ciertas especies de Lactococcus lactis subsp. lactis. Considerada como segura según el término «Generally Regarded as Safe» (GRAS), la nisina pertenece a la familia de los lantibióticos, que son péptidos antimicrobianos producidos por bacterias Gram positivas. Aunque son eficaces contra bacterias Gram positivas, tienen una menor actividad contra bacterias Gram negativas, hongos filamentosos y levaduras. Sin embargo, la adición de un agente quelante como el EDTA puede aumentar su efectividad al desestabilizar las membranas externas de las bacterias Gram negativas, haciéndolas más susceptibles a la nisina.
Los conservantes empleados en productos cosméticos deben cumplir con diversos criterios. Entre ellos, no deben ser tóxicos ni causar sensibilización, irritación o alteración del microbioma cutáneo
Sin embargo, es importante tener en cuenta que, aunque estos ingredientes naturales son ricos en otros compuestos orgánicos, pueden generar desagrado debido a su olor, resultar potencialmente perjudiciales o causar sensibilización e irritación cutánea. Por lo tanto, su uso en cosméticos debe cumplir con los requisitos establecidos en los Anexos I y II del Reglamento (CE) nº 1223/2009, modificado (https://eur-lex.europa.eu/legal-content/es/ALL/?uri=CELEX%3A32009R1223).
En conclusión, el uso de potenciadores de conservantes naturales y/o sintéticos en cosmética, ya sea como complemento o incluso sustituto de conservantes convencionales, representa una tendencia innovadora y de vanguardia en la protección antimicrobiana de formulaciones de productos cosméticos.
Referencias
Anexos I y II del Reglamento (CE) nº 1223/2009, modificado (https://eur-lex.europa.eu/legal-content/es/ALL/?uri=CELEX%3A32009R1223). en:
http://www.paho.org/Spanish/AD/DPC/NC/adherencia-largo-plazo.pdf
Daniel Antonio Bravo Vázquez es profesor del Departamento de Genética Fisiología y Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor por el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, dentro del Programa de Doctorado Bioquímica, Biología Molecular y Biomedicina.
Su investigación se ha centrado en el estudio y caracterización de sustancias antimicrobianas sintetizadas por microorganismos de la microbiota. Durante la etapa posdoctoral participó en diferentes proyectos de investigación relacionados con el estudio de microorganismos con propiedades tecnológicas de interés industrial, también en proyectos con el objetivo de mejorar y aumentar la calidad y la seguridad alimentaria. Además, ha participado en proyectos de innovación educativa, en proyectos de aprendizaje servicio, presentado numerosos trabajos en congresos nacionales e internacionales y en la publicación de artículos científicos en revistas del área.