De todas las lecciones que podemos extraer de la pandemia por COVID-19, dos de ellas resultan especialmente relevantes con vistas a mejorar nuestra capacidad de respuesta frente a los importantes desafíos sanitarios que se nos plantean, presentes y futuros.

La primera de ellas tiene que ver con un hecho que solemos olvidar: la especie humana es tan solo una especie más en el complejo ecosistema que constituye la vida en nuestro planeta, y cómo tal, su supervivencia se halla condicionada a su capacidad de adaptación a los cambios que se producen en su entorno. La segunda, nos hallamos en un escenario impredecible, en el que pequeñas perturbaciones en uno de los elementos que conforman la compleja red de interacciones que conforma la vida en nuestro planeta provoca efectos en cascada con consecuencias directas e indirectas sobre nuestra salud.

En esta nueva realidad se hace evidente que resulta claramente insuficiente continuar con un abordaje de la salud basado principalmente en la medicina humana, y que debemos avanzar hacia una gestión de la salud que contemple los cuatro pilares que la sustentan: la salud humana, salud animal y salud vegetal, confluyendo en una salud ambiental y con visión de un solo planeta.

Esta es la esencia del denominado enfoque Una Sola Salud (One Health) que desde inicios del 2000 vienen promoviendo entidades como la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura con el objetivo de que los diferentes países impulsen políticas alineadas con esta visión integral de la salud.

Este enfoque se rige por un simple principio: para hallar la solución más adecuada a un problema complejo es necesario tener una visión global que nos permita analizarlo desde todas las perspectivas posibles. Y en el caso de la salud, la solución más adecuada siempre es evitar la aparición de la enfermedad. Éste es precisamente el poder transformador que encierra el enfoque One Health, poner la prevención en el centro de todas las actuaciones para mejorar el grado de protección de la salud de las personas. Y aquí reside también su complejidad para implementarlo debido principalmente a dos motivos. En primer lugar, entendemos la salud como una cualidad más en el conjunto de las características que definen al ser humano, y únicamente somos conscientes que es necesario conservarla si previamente la hemos perdido. Por tanto, culturalmente tenemos una visión de la salud basada en la sanidad, por lo que inconscientemente asimilamos el estado de salud de la población a la capacidad que tengan las prestaciones sanitarias.

Debemos avanzar hacia una gestión de la salud que contemple los cuatro pilares que la sustentan: la salud humana, salud animal y salud vegetal, confluyendo en una salud ambiental y con visión de un solo planeta

En segundo lugar, cabe recordar que han sido nuestros estilos de vida los que han provocado el desequilibrio ecológico que se está produciendo debido a fenómenos como el cambio climático, el calentamiento global, el incremento sustancial de los factores contaminantes, la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad, entre otros, y que dicho desequilibrio se halla en el origen de las grandes amenazas para la salud a las que nos enfrentamos.  En este contexto, el enfoque One Health supone un gran cambio de paradigma: no sólo aboga por una visión de la salud desde una perspectiva de la Salud Pública (proteger y conservar la salud de la población) en contraposición con la visión de sanidad que tenemos actualmente, sino que traslada la responsabilidad en lo referente a la protección de la salud a todos los sectores y agentes implicados, incluida la ciudadanía, para que mediante la implementación de medidas que contribuyan positivamente a conservar y proteger los ecosistemas, la salud de los animales y la salud del medioambiente, se creen entornos más saludables y sostenibles, hecho que repercutirá positivamente en la salud de las personas.

Si bien desde hace un tiempo, tanto a nivel nacional como europeo, se están realizando pequeños avances para llevar a la realidad el enfoque One Health, las acciones que se impulsan distan mucho de poder generar cambios significativos. A nivel nacional, un ejemplo sería la grave sequía que estamos padeciendo. Aunque desde hace tiempo se venía advirtiendo que los países del sur de Europa, entre ellos España, serían los primeros que sufrirían la escasez de agua, aún hoy en día carecemos de un plan de gestión integral que permita un uso más eficiente de este recurso esencial para nuestra salud, la economía, y los ecosistemas.

De todos los sectores, sin duda el más afectado por los problemas de disponibilidad de agua es el de la agricultura, hecho que conlleva al alza de precios en verduras y hortalizas, bien sea por la pérdida de cosechas debido a la sequía, bien sea por la necesidad de incrementar el volumen de agua utilizada para mantenerlas, con la consiguiente repercusión en los costes que ello supone. Resultado: la disminución en el consumo de este tipo de alimentos impacta negativamente en nuestra salud, y ello afecta especialmente a las familias con menos recursos que se ven abocadas a tener que consumir alimentos menos saludables.  

El concepto One Health traslada la responsabilidad en lo referente a la protección de la salud a todos los sectores y agentes implicados, incluida la ciudadanía

A nivel europeo, un ejemplo podría ser el de las directivas europeas relacionadas con la calidad del aire.  Si bien los datos de 2021 para España hablan de unas 25.000 muertes por contaminación del aire y la propia Comisión Europea cifra en 310.000 las muertes en Europa, convirtiéndose en una de las principales amenazas para la salud humana, las normas con respecto a la calidad del aire de la UE aún no se hallan alineadas con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. En este caso cabe recordar que la contaminación atmosférica contribuye a la aparición de enfermedades respiratorias infecciosas que en numerosas ocasiones requieren la utilización de antibióticos. Y ello no sólo aplica en el caso de pacientes con enfermedades respiratorias infecciosas, sino también en el caso de las mascotas presentes en los hogares (más de 29 millones en el caso de España), cuya salud también se halla influenciada por la calidad del aire de forma similar a la salud de las personas y por tanto también requieren de la administración de antibióticos para tratar las enfermedades respiratorias infecciosas que puedan desarrollar.

Por tanto, alinear las normas europeas referentes a la calidad del aire con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud no sólo repercutiría positivamente en la salud de las personas y de los animales, sino que también contribuiría a combatir una de las 10 principales amenazas de salud pública a las que nos enfrentamos en la actualidad: las resistencias a los antimicrobianos. Y de nuevo, la contaminación atmosférica también impacta negativamente en las especies vegetales, que pueden ver alterados varios de sus mecanismos vitales, hecho que resulta especialmente relevante si queremos avanzar hacia unas ciudades más verdes, saludables y sostenibles.

La pandemia por COVID-19 ha sido un toque de atención. Debemos adaptarnos a la nueva realidad y ser capaces de superar los obstáculos que dificultan la implementación efectiva del enfoque One Health. De ello depende nuestra salud, la salud de las próximas generaciones y la sostenibilidad de nuestro planeta.   

Maite Martín Ibáñez es Licenciada y Doctora en Veterinaria por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Profesora del departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona. Decana de la Facultad de Veterinaria (2017-2022), Presidenta de la Conferencia de Decanos y Decanas de facultades de Veterinaria de España (2020-2022), representante de las facultades de veterinaria de España y Portugal en la comisión ejecutiva de la European Association of Establishments for Veterinary Education (2020-2022) y Presidenta de la Plataforma One Health (Una Sola Salud) desde su creación.  Miembro del grupo Consolidado de Investigación para el estudio de la motilidad digestiva y su alteración en las enfermedades crónicas (Generalitat de Catalunya). Investigadora adscrita al grupo CB06/04/1087 (grupo CIBER de enfermedades hepáticas y digestivas) del Centro de Investigación Biomédica en red (Instituto de Salud Carlos III).