En un reciente estudio publicado en la revista científica Cell (Microbiome metabolism of dietary phytochemicals controls the anticancer activity of PI3K inhibitors) se ha investigado cómo la dieta y la microbiota intestinal pueden influir en la eficacia de los inhibidores de la fosfatidilinositol 3 kinasa (PI3K), una clase de fármacos usados en el tratamiento del cáncer. Tradicionalmente se creía que la dieta cetogénica aumentaba la eficacia de estos inhibidores al reducir los niveles de insulina. Sin embargo, los autores de este ensayo clínico en ratones muestran que la clave no es la composición de macronutrientes, sino la presencia de fitoquímicos, especialmente los provenientes de la soja, como las saponinas, aunque tenemos que indicar que no solo están en esta verdura sino también en otras como las alcachofas, muchas legumbres, la avena, las patatas, las espinacas, los tomates, las cebollas rojas, los pimientos…

En modelos de ratones se ha demostrado que dietas pobres en fitoquímicos aumentan la concentración y efectividad de inhibidores de PI3K. Este efecto se asoció a una menor expresión hepática de enzimas que componen el citocromo P450, que es el principal responsable del metabolismo oxidativo de determinados xenobióticos. Se trata de un conjunto de enzimas de una familia de hemoproteínas presentes en numerosas especies, desde bacterias a mamíferos, y de las que ya se han identificado más de 2.000 isoformas diferentes responsables del metabolismo del fármaco.

Sorprendentemente, la eliminación del microbioma mediante antibióticos tuvo un efecto similar al de la dieta sin saponinas, produciendo un descenso de la actividad del citocromo P450 en hígado lo que implica un incremento de los niveles de inhibidores de del PI3K.

Por tanto, parece que en dietas alimentarias que incluyan alimentos y bebidas que contengan saponinas de soja, la microbiota las convierte en sapogenol, lo que provocaría un aumento de la actividad del citrocromo P450 hepático que conduce a que existan bajos o muy bajos niveles de actividad de inhibidores de PIK3 en el plasma con el consiguiente riesgo de frenar o impedir la proliferación de células cancerosas. Por similitud sería extensible a otros alimentos y bebidas de origen vegetal que también contengan saponinas.

Este trabajo científico viene a revalidar lo que desde hace años se está planteando como hipótesis de trabajo con posibles efectos de los metabolitos, beneficiosos o perniciosos, producidos por parte de la microbiota intestinal a partir de compuestos de la dieta, sobre todo procedentes de los denominados antinutrientes en la fisiología animal y humana.

Antinutrientes

Pero ¿qué son los antinutrientes y hasta dónde se tiene conocimiento sobre su funcionamiento en el cuerpo humano, sobre todo a nivel toxicológico? La salud humana está influenciada, no solo por los alimentos y bebidas que consumimos, sino también por los metabolitos secundarios que se producen a partir de determinadas sustancias que los componen. A su vez, es necesario conocer y profundizar en los cambios que se pueden producir sobre estos compuestos denominados antinutrientes con el procesamiento más allá de la inactivación, como puede ser en el caso de la inactivación de las lectinas o de la solanina, que se conocen perfectamente. Por otro lado, es imprescindible investigar qué tipo de metabolitos secundarios se producen, tanto a partir de los antinutrientes como de los compuestos derivados de ellos por el procesamiento, por parte de la microbiota intestinal, estén o no inactivados estos antinutrientes. Igualmente es necesario conocer qué adaptación fisiológica a los mismos existe -si es que existe- por consumo generalizado y tradicional frente a nuevos consumos de compuestos presentes en nuevos alimentos como podría ser el caso de las saponinas de la soja en población mediterránea.

Los antinutrientes son una parte intrínseca de la matriz alimentaria vegetal y su presencia no debe interpretarse como un factor de riesgo absoluto, sino como un componente que exige una correcta gestión tecnológica y nutricional. Desde el lavado y remojo, la transformación bioquímica (germinación, fermentación) hasta la desnaturalización térmica (por procesamiento de cocción), las herramientas disponibles permiten reducir significativamente su impacto negativo sin comprometer la integridad nutricional del alimento. Son diferentes a lo que sería las sustancias que producen alergenidad, que siguen estando presentes y de forma activa, aunque se realicen procesos de procesamiento, bien por mecanismos físicos como por acción de procesos fermentativos, en este caso sobre los 14 de declaración obligatoria por el Reglamento 1169/2011 hay 8 de origen vegetal.

Estos compuestos naturales conocidos como antinutrientes están presentes principalmente en alimentos y bebidas de origen vegetal que pueden interferir con la absorción y pueden ejercer un efecto directo o influir en la biodisponibilidad de nutrientes esenciales. Si bien en cantidades moderadas algunos de estos compuestos pueden tener efectos beneficiosos, su consumo excesivo o una dieta poco variada puede contribuir a deficiencias nutricionales, especialmente en poblaciones vulnerables o en contextos de alta dependencia de vegetales ricos en estos compuestos.

Desde la perspectiva clínica y nutricional, el conocimiento sobre los antinutrientes es fundamental para mejorar la planificación dietética y garantizar, por ejemplo, la biodisponibilidad de micronutrientes esenciales como el hierro, el zinc, el calcio o el magnesio.

Principales antinutrientes vegetales

Ácido oxálico (oxalatos)

Presente en vegetales como las espinacas, las acelgas, la remolacha, los puerros, las berzas, las judías verdes, las coles, la lechuga, el apio, las patatas, el pimiento verde, el germen de trigo, los limones, las fresas, las frambuesas, los cacahuetes, las nueces, el perejil, la infusión de té, el café molido, el cacao en polvo, el chocolate. El ácido oxálico se une a minerales como el calcio y el magnesio formando complejos insolubles que impiden su absorción. Su acumulación puede contribuir a la formación de cálculos renales en personas susceptibles a nivel fisiológico.

Fitatos (ácido fítico)

Provienen o son derivados del ácido fosfórico presentes en las legumbres como las lentejas, los garbanzos, la soja, cereales integrales como en el caso del arroz, el trigo, en frutos secos como como las almendras, las avellanas, las nueces y en semillas como las de lino, las de chía, las de sésamo, también en los brotes de soja, las espinacas, los berros, la escarola, las habas. Inhiben la absorción de minerales divalentes como el hierro, el zinc, el calcio y el magnesio. También interfieren enzimáticamente en procesos digestivos.

Lectinas o hemaglutininas

Proteínas presentes en las judías, tanto negras como pintas o blancas, las lentejas, la soja, los garbanzos, el trigo, cebada, centeno, maíz, que pueden afectar la integridad de la mucosa intestinal y dificultar la absorción de nutrientes. Algunas lectinas pueden inducir respuestas inmunológicas adversas si no se inactivan, principalmente, por acción de tratamiento térmico.

Taninos

Polifenoles astringentes que se encuentran en las judías negra o pintas, las uvas, las manzanas, los arándanos, el cacao, las avellanas, las nueces, la canela, el té negro y el té rojo. Tienen la capacidad de formar complejos con proteínas y minerales, reduciendo su digestibilidad y biodisponibilidad.

Saponinas

Compuestos glicósidos presentes en legumbres como la soja, las alcachofas, el regaliz, la avena, la albahaca y los altramuces. Aunque tienen actividad hemolítica y pueden alterar la permeabilidad intestinal, también se les atribuyen efectos beneficiosos como actividad antimicrobiana o hipocolesterolémica.

Inhibidores enzimáticos

Como los inhibidores de tripsina y quimotripsina sustancias que impiden el uso o metabolismo enzimático de las proteínas presentes en las legumbres y los cereales o las anticarbohidratasas que son sustancias que impiden el uso completo de los hidratos de carbono, porque afectan a las enzimas que hidrolizan (descomponen) los hidratos de carbono en este caso serían las antiamilasas presentes en leguminosas, el trigo integral, que evitan que asimilemos el almidón o la antiinvertasas presentes en las patatas y en el maíz.

Antivitaminas

Compuestos que inactivan o bloquean la acción de vitaminas. Un ejemplo es la ácido ascórbico oxidasa, que destruye la vitamina C por ejemplo presentes en melón, piña.

Compuestos bociogénicos o antitiroideos

Como los tioglucósidos (isotiocianatos y tioxazolidinas) presentes en las crucíferas (col, brócoli, nabos, berza, lombarda, repollo). Interfieren en la captación de yodo por la tiroides, favoreciendo el desarrollo de bocio si el consumo es excesivo y la ingesta de yodo es deficiente.

Pseudoalcaloides y alcaloides tóxicos

Incluyen compuestos como la solanina (alta concentración en patatas verdes) o la lupinina (en altramuces). Pueden tener efectos neurotóxicos, hepatotóxicos o hemolíticos.

Glucósidos cianogénicos

Presentes en algunos frutos, semillas y raíces, como la amigdalina que está presente en las almendras, huesos de albaricoque, de cereza o de melocotón semillas de manzana y lino, que al hidrolizarse produce benzaldehído y cianuro; raíz de yuca, sobre todo la variedad amarga, que contiene linamarina que al hidrolizarse libera cianuro; prunasina en almendras.

Glucósidos vicina y convicina (favismo)

Compuestos de las habas que pueden inducir estrés oxidativo severo en personas con deficiencia de la enzima G6PD, provocando anemia hemolítica aguda.

Oligosacáridos

Estos compuestos como la estaquiosa, verbascosa o rafinosa están presentes en los alimentos como en legumbres secas: judías, garbanzos, guisantes, lentejas, soja… Estos oligosacáridos no se digieren correctamente por déficit de una enzima digestiva apropiada, pasando al intestino grueso donde se desarrolla la digestión por la microbiota; lo cual produce numerosos gases intestinales, diarreas, dolor abdominal, calambres, etc. Tanto la cocción, como la fermentación o la germinación reducen el contenido total de estos oligosacáridos, y reduce por · ello la flatulencia. Las normas de preparación de las legumbres han de ser: remojo prolongado, cocción larga y a fuego lento, y consumir en puré sin sus pellejos.

Técnicas de elaboración para la reducción de antinutrientes

A lo largo de la historia, diferentes culturas han desarrollado prácticas culinarias eficaces para reducir el contenido de antinutrientes y mejorar el valor nutricional de los alimentos vegetales. A continuación, se detallan las principales técnicas validadas por la ciencia:

  • Remojo:

Remojar las legumbres y cereales antes de cocinarlos puede ayudar a reducir el contenido de ácido fítico. 

  • Fermentación:

La fermentación de alimentos como la soja (miso, tempeh) o la elaboración de panes con masa madre también puede disminuir el ácido fítico. 

  • Germinación:

Germinar semillas y granos puede ayudar a reducir el ácido fítico y mejorar la biodisponibilidad de nutrientes. 

Cocción térmica

La cocción, especialmente en olla a presión o hervido prolongado, inactiva múltiples antinutrientes como:

  • Lectinas (que requieren temperaturas elevadas).
  • Inhibidores enzimáticos (tripsina, amilasa).
  • Saponinas y taninos, que se eliminan en parte al cambiar el agua de cocción.

La cocción tras el remojo potencia el efecto reductor. El tostado también puede ser útil en semillas como sésamo o calabaza, aunque es menos eficaz para antinutrientes térmicamente estables.

Bibliografía

Alonso González D. Efectos tóxicos de los antinutrientes de las plantas. Universidad de Valladolid. Trabajo Fin de Grado. Curso 2017/2018. Disponible en: https://uvadoc.uva.es/bitstream/handle/10324/31299/TFG-M-N1350.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Fernando Gil Hernández F, Hernández Jerez AF, Pla Martínez A. Tratado de nutrición. Tomo 3: Composición y Calidad Nutritiva de los Alimentos. 4ª Edición. Dep Legal  B-54076-Ll. ISBN 978-84-9835-347-1, págs. 697-724Julio 2024;Tomo III(31):818-834.

Roichman et al. Microbiome metabolism of dietary phytochemicals controls the anticancer activity of PI3K inhibitors. Cell . 2025;188:3065–3080. Doi: 10.1016/j.cell.2025.04.041

El Profesor Dr. Rafael Urrialde es experto en alimentación, seguridad alimentaria, nutrición, sostenibilidad y salud. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), es técnico especialista en Ciencias Ambientales por la misma universidad y Postgrado en Nutrición por la Universidad de Granada. En la actualidad es Profesor Asociado en la Unidad de Fisiología Vegetal del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM y Profesor Asociado del Área de Nutrición y Bromatología del Departamento de Ciencias Farmacéuticas y de la Salud de la Facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Es Académico Numerario de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), Académico de Honor de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), miembro del Comité Científico de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y presidente de la Comisión Científica de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). Su trayectoria profesional anterior incluye su paso por la Unión de Consumidores de España (UCE), la revista Ciudadano de la Fundación Ciudadano y distintas compañías de alimentación y bebidas. Además, es Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ) y también pertenece a otras sociedades científicas en el ámbito de la alimentación, seguridad alimentaria, nutrición y dietética (SENC, AEND, SESAL y SEMED), al Patronato de la FEN y a la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.